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El Telégrafo
Gabriel Hidalgo

La traición al otrora líder de AP

10 de diciembre de 2017 - 00:00

Deja una sensación de confusión el vuelco a la democracia en Alianza PAIS. De repente, pocos justifican el autoritarismo como en la década ganada y todos los demás se han convertido en ardientes defensores de las virtudes republicanas. Es sospechoso. Todo se trata de una doble traición a Rafael Correa. Todos lo utilizan para sus fines y él lo sabe desde que llegó. Es decepcionante.

Un presidente que deja el poder nunca dejará de ser un actor relevante, especialmente si transmitió el mando en condiciones pacíficas. A Correa le acompañará una aureola de solemnidad, aunque los reparos a su período de gobierno sean mayores. Quienes lo abandonaron se fueron para conservar sus posiciones de privilegio mientras que quienes se quedan lo hacen para evitar perder el control de la organización que para participar en elecciones.     

El líder ha sido traicionado por todas partes. Al menos, quienes se fueron ya se despidieron del correísmo para engrosar las filas del morenismo, pero quienes se quedaron intentan aprovecharse del exmandatario para intentar infructuosamente mantener unida la porción que les corresponde del movimiento que se diluye entre las denuncias de corrupción y la falta de reconocimiento legal. Trajeron a Correa para hacer lo que ellos no pueden sin él y lo devolverán desgastado, agotado y derrotado. No se trata de principios, de convicciones ni de coherencia, se trata de no perder el poder partidario que les permita atesorar el poder político.

Los correístas están humillando a Correa. Lo trajeron sin una agenda seria, sin confirmar los apoyos políticos, sin orden, concepto o finalidades. Actúan como si siguieran sentados en el trono de la autoridad y pretenden dar órdenes como antes. Actúan como unos novatos y esperan que sus improvisaciones sean superadas por el otrora arrollador carisma de un Correa que hoy no tiene autoridad, ni recursos públicos ni influencia partidista. Hacer un plantón en la sede de PAIS no quiere decir nada. Solo quieren agarrarse al poder, aunque tuvieran que venderlo a sus verdugos a cambio de una bolsa de monedas. (O)

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