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El Telégrafo

La Tendencia

31 de octubre de 2011 - 00:00

A propósito del número 12 de la revista La Tendencia y de las intervenciones que se realizaron el día de su lanzamiento (miércoles pasado), cabe hacer algunas reflexiones.

Predominó el discurso político (uno de ellos fue solo panfletario) sobre el análisis académico, lo cual es un hábito demasiado arraigado entre las izquierdas ecuatorianas. Además, se evidenció la polarización existente, destacándose el sector implacable contra el Gobierno, al que juzga haber “traicionado” la revolución ciudadana y hoy en la “derecha”. Para la izquierda “gobiernista”, son las otras quienes se han “derechizado”.

Ambas posiciones son maniqueas y reduccionistas. Así como entre las izquierdas antigubernamentales no todo lo que brilla es oro, igual puede decirse del Gobierno. Si se examina con responsabilidad académica, entre las izquierdas ecuatorianas hay de todo: desde individualidades o grupos sensatos hasta los que creen que su lucha callejera es “popular” y “democrática”, e incluso aquellos alineados con las tesis y acciones de las derechas, como ocurrió el 30-S. Pero hay una tendencia que predomina en las izquierdas antigubernamentales: creen tener la línea correcta, la verdad revolucionaria y el análisis marxista impecable. Caen en los viejos “purismos” izquierdistas.

Como he resaltado en múltiples artículos, el actual Gobierno abrió un nuevo ciclo histórico, pues dejó atrás el modelo empresarial de desarrollo, superó el Estado de partidos, reinstitucionalizó al Estado nacional y potenció, como nunca antes, las políticas sociales. A buena hora, son los mejores logros para beneficio del país. Pero no todo está bien. Hay serios errores en educación, demasiadas limitaciones en el área cultural, criterios cerrados en el plano universitario y en el de la investigación científica, absurdos y retrocesos en el campo penal y otras legislaciones, una serie de incomprensiones frente a los movimientos sociales y cambios ofrecidos que no comienzan.

Como historiador, puedo entender como “normales” todos esos fenómenos en momentos de transición social, confrontación política y cálculos electorales, como tantas otras veces en nuestra historia republicana. Pero la unidad de las izquierdas, que es el propósito de La Tendencia, demanda críticas y autocríticas de lado y lado. Porque a todos se les puede enrostrar luces y sombras, si se acude a la historia pasada o reciente. Y la unidad exige no perder de vista que las fuerzas a derrotar no son las izquierdas.

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