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El Telégrafo
Mónica Mancero Acosta

La sinrazón se impone sobre la universidad

24 de febrero de 2018 - 00:00

En este país, en el que estamos acostumbrados a que las cosas no se hacen simplemente porque a alguien “no le da la gana”, ya no sorprende que las urgentes reformas que requiere la ley de educación superior sean represadas por un solo sujeto.

El asambleísta Augusto Espinosa tiene la desvergüenza de dirigir la Comisión de educación de la Asamblea luego de comprobarse su omisión en los delitos de abuso sexual a menores de edad en distintas instituciones. Premiado, el asambleísta sigue dirigiendo una comisión que no solo le viene muy grande, sino que desdice del rol que debe jugar un parlamentario.

Para muestra basta ver cómo Espinosa hace piruetas para detener la avalancha de reformas de una ley que nació viciada, que fue concebida por un grupúsculo que desconocía la dinámica de la universidad ecuatoriana y que, para rematar, terminó en un rotundo fracaso.

Adormecida la universidad ecuatoriana luego de los palazos que consecutivamente le diera el correísmo, no alcanza a despertar. Si bien los rectores han propuesto reformas que han sido discutidas con Senescyt, no se arman de valor los actores universitarios para demandar de Espinosa cambios de fondo a la educación superior. Hoy lo que cabe es exigir su renuncia y socializar con los actores académicos las reformas que estarían siendo procesadas desde el régimen actual.

Hay múltiples temas que deben reformarse, desde el sistema de ingreso de los estudiantes, el escalafón docente, hasta la propia conformación de las instancias de gobierno universitario, incluido el Consejo de Educación Superior y el rol de la propia Senescyt.

Atravesando todo ello se encuentra la autonomía universitaria, un principio que el correísmo hizo trizas bajo el eufemismo de autonomía responsable. Tuvieron la desvergüenza de plantear este concepto cuando sabemos bien que fueron ellos los irresponsables en crear las universidades emblemáticas, además de la pésima y dolosa gestión que se hizo en ellas, incluido el desastre de Yachay.

¿Acaso un sujeto que expresa la sinrazón del correísmo puede contener las reformas que requieren la sede de la razón, la universidad ecuatoriana? (O)

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