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El Telégrafo
Sebastián Vallejo

La salida, la voz, y la Revolución de los paraguas

03 de octubre de 2014 - 00:00

Están reciclando. Están recogiendo la basura. Comparten fruta, todo con un por favor y un gracias. La Revolución de los paraguas tiene más de minga que de Plaza de Tiananmén. Es la consagración de las protestas modernas: horizontales y digitales. Celulares en el aire, los manifestantes se han tomado las calles de Hong Kong para reclamar por la democratización de las votaciones, ante las nuevas restricciones impuestas por Beijing a las candidaturas.     

El gobierno chino ha propuesto que a partir de 2017, Hong Kong podrá elegir a su gobernador a través de votaciones. Pero también ha estipulado que solo puede haber dos o tres candidatos, y que estos deben ser aprobados por el comité de nominaciones, un organismo compuesto mayormente por miembros del partido central.

No hay ilusiones en los protestantes. Es el gobierno de China contra el que se están manifestando. Más que la democratización efectiva de las votaciones en Hong Kong, la Revolución de los paraguas parece tener como objetivo la voz. Recordar al gobierno central que son, que están y que pueden molestar. La horizontalidad del movimiento, la ausencia de una estructura excesivamente jerarquizada, ha permitido que las protestas se puedan extender. Sin una cabeza a quién arrestar, las fuerzas policiales han buscado los gases lacrimógenos como estrategia de disuasión, estrategia que no parece muy efectiva.

Hoy es el día clave para las protestas. Los últimos días, más allá de los números y la movilización, las protestas se han beneficiado del feriado de dos días. Hoy, cuando regresen los trabajadores públicos a sus oficinas, o por lo menos lo intenten, se verá la estrategia real que el gobierno está dispuesto a utilizar contra los manifestantes. Se verá también la cohesión y la fortaleza del movimiento. ¿Se dispersará? ¿Se volverá más fuerte? ¿Reaccionará ante la violencia? Las experiencias chinas con los movimientos sociales y las manifestaciones pro-democracia tienen un pasado complejo y sangriento. Habrá que ver cómo la memoria colectiva reacciona a lo que se viene.

Entra en escena los Estados Unidos. Y, sin duda, el país encargado en expandir el ideal democrático a punta de Apaches no podía más que apoyar las manifestaciones en Hong Kong. Pero el ideal democrático se convierte en menos ideal cuando el país no está nadando en petróleo. O cuando el país ha comprado como a un rehén tu deuda. O cuando el país es la maquila del mundo. O cuando el país es China. Las declaraciones de apoyo del Secretario de Estado, John Kerry, fueron recibidas con un tajante “esto es un asunto interno” del gobierno chino, que en este punto de la historia, sería capaz de demostrar su poder solo para llevar la contraria a los cerdos capitalistas. Las voces de apoyo se apagaron rápidamente.

Pero la gran ironía es esa. El gobierno chino tiene pocos incentivos para temer a Hong Kong. Ya no tienen esa formidable moneda de 1997. China ya no es la China de hace veinte años. Y China se ha acostumbrado a ganar. Los matarán de hambre. Los asfixiarán. Los llevarán al límite hasta que la fragilidad humana del indefenso sucumba ante el poder del Estado. Las oportunidades políticas son pocas. Los recursos se agotan. ¿Cuál será la salida para esta Revolución?

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