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El Telégrafo

La opción por los pobres

15 de junio de 2011 - 00:00

El ayuno de monseñor Gonzalo López Marañón para la reconciliación en Sucumbíos, en particular de los católicos carismáticos, lleva ya 23 días. No deja de provocarnos y preocuparnos. Nos plantea a todos los cristianos lo que llamamos la opción por los pobres en el sentido que la han llevado los carmelitas y los católicos de esa provincia.

Las malas interpretaciones no han faltado y todavía siguen vigentes cuando pensamos que la opción por los pobres consiste en hacerles limosnas cuando los encontramos en la calle tendiendo la mano. Tampoco la opción por los pobres consiste en hacerle el regalo de grandes proyectos en los que no han sido consultados ni participativos. Ni tampoco consiste en ir a vivir en medio de ellos en casas bien cómodas que son más bien un insulto a su pobreza.

Todas estas mal dichas opciones por los pobres no son más que un disfraz que oculta la prepotencia: se da de lo que nos sobra o de lo que les hemos robado, y tales actuaciones, en definitiva, resultan humillantes y terminan hundiendo a los pobres en más pobreza y marginación.

En su tiempo, el cardenal Pablo Muñoz Vega, de grata memoria, nos iba recordando que la opción por los pobres es “luchar contra la pobreza -entendida como miseria y empobrecimiento- haciendo nuestras las causas de los pobres”. No hacía más que repetir lo que acababan de escribir los obispos latinoamericanos en su 3ª reunión latinoamericana en Puebla, México, en el año 1979. Dicen textualmente los obispos en el mensaje del documento conclusivo de dicha reunión: “Invitamos a todos, sin distinción de clases, a aceptar y asumir la causa de los pobres, como si estuviesen aceptando y asumiendo su propia causa, la causa misma de Cristo. «Todo lo que hicisteis a uno de estos, mis hermanos, por humildes que sean, a mí me lo hicisteis» (Mateo 25,40)”. ¡Más claro no canta el gallo!
Por lo mismo, optar por los pobres no significa solamente estar con los pobres, paseándose como turistas y haciéndoles limosnas de dinero, de ropa o de proyectos, ni tampoco vivir cómodamente en medio de ellos como signo de falsa solidaridad, sino asumir sus causas, es decir hacer nuestras sus opciones, sus luchas, su sabiduría y su fe, porque “de ellos es el Reino de Dios”, porque así actuó Jesús. Lo escribió san Pablo: “Se hizo pobre entre los pobres para enriquecernos de su pobreza”.

Gracias, Gonzalo, por marcarnos el camino cristiano y comprometernos equivocadamente en la opción por las causas de los pobres.

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