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El Telégrafo
Ximena Ortiz Crespo

La opción de no tener hijos

02 de octubre de 2021 - 00:00

Algunas mujeres ecuatorianas jóvenes están decidiendo tener menos hijos, y algunas no quieren ninguno. Es una tendencia creciente en los grupos de clase media y clase media alta de la sociedad ecuatoriana. Las mujeres que se lo pueden permitir toman esta decisión por diferentes razones que son económicas, ecológicas, de salud, de desarrollo profesional, de dificultad para encontrar una pareja responsable.

Esta transformación en una sociedad que ha estigmatizado a la mujer sin hijos significa verdaderamente un cambio en la cultura. En la década de los 80, cuando yo iba a visitas de campo, las mujeres con las que hablaba se compadecían de mí cuando les decía que yo no tenía hijos. ¿Y quién te va a cuidar cuando seas viejita?, me preguntaban. Pronto aprendí a no hablar sobre si tenía prole o no para salir del paso. Conocí entonces también a muchas mujeres que sufrieron lo indecible por no tener hijos, algunas de las cuales llegaron a tener problemas de salud mental y otras no pudieron mantener sus matrimonios.

“En los años 90, las mujeres que por deseo y convicción no querían ser mamás se hicieron visibles en el mundo anglosajón y se les conoció como las mujeres NoMo (abreviatura en inglés de Not Mothers, No Madres)”, dice Roberto Gutiérrez en la Gazeta de la UNAM de enero de 2020. Y añade: “En la actualidad, el número de mujeres NoMo ha aumentado, lo que hace evidente que cada vez más personas del sexo femenino deciden romper el mandato de la maternidad como proyecto único de vida [...]. La tasa global de fecundidad ha ido a la baja, pasando de siete hijos promedio a dos. Esto es especialmente visible en mujeres que viven en contextos urbanos y tienen una mayor preparación educativa”.

Para saber más sobre cómo y por qué las mujeres sin hijos que conozco toman estas decisiones he entrevistado a amigas mías de varias generaciones. Alexandra, por ejemplo, una abogada feminista que tiene 62 años, me dice que si hubiera tenido hijos no hubiera podido construir su carrera. El momento en que se dio cuenta de que llevaría sola la responsabilidad de un hijo, pues su compañero le dio a entender que así sería, decidió que era mejor no tenerlo.

Alicia, una economista de 54 años que ha tenido una rutilante carrera tanto en la empresa privada como en el activismo político, me dice que probablemente le fue más fácil tomar esa decisión porque vivió sus años fértiles fuera del país y no tuvo la presión de familia y amistades. Cuenta que le descubrieron una endometriosis y que los médicos dijeron que era necesario intervenirle. El pensar en los estragos que sufriría al someterse a tratamientos especializados, que por lo demás eran caros, le hicieron tomar la decisión de no tener hijos.

Visito a María Elisa en su atelier de artista. Me cuenta que su decisión de no tener hijos la tomó muy temprano, antes de especializarse en bellas artes en Florencia. Tiene 70 años. Dice que el “no los voy a tener por ahora” fue cambiando por el “veamos”. Cuando llegó a darse cuenta de cómo el consumo frenético iba destruyendo la naturaleza, su decisión se inclinó definitivamente a no traer hijos a un mundo en descomposición.

Un par de las mujeres con las que hablé nunca sintieron un impulso hacia la maternidad. Sarita, de 40 años, directora de una organización sin fines de lucro, me dijo: “En la universidad tomé un curso de estudios de género en el que descubrí que la idea tradicional de que existe un instinto maternal era una construcción social y no un impulso biológico universal. Así pude identificar lo que yo sentía: yo no tenía ningún deseo de ser madre”.

Eva, de 37 años y directora de un campamento vacacional, vive con su pareja en Tumbaco, y recuerda haber sabido ya cuando era adolescente que no quería tener hijos. Esa elección, dice, fue la causa de que su primer matrimonio terminara. No solo la familia, su pareja y las amistades ejercían presión sobre ella, sino también los profesionales de la salud que llegaron a decirle que: “si un útero no da hijos, da tumores” o “se te está acabando el tiempo”...

Entre las mujeres que entrevisté, todas se refirieron a la presión social para tener hijos. Pero cuando les pregunté cómo deben decidir sobre el tema otras mujeres dijeron que les aconsejara a quienes estén enfrentándose a hacer su camino sin hijos que confíen en sí mismas, sigan su instinto, lo consensuen con su pareja y encuentren amigas que apoyen su decisión.

La presión social para tener hijos parece estar disminuyendo ya que, poco a poco, se respeta más la decisión individual. Entre las personas que van a la universidad existe una tendencia hacia retrasar el matrimonio y la maternidad; por otro lado, existen mejores oportunidades laborales para las mujeres que optan por no tener hijos. Algunas mujeres, en espera de un momento más favorable, han decidido congelar sus óvulos.

Los métodos anticonceptivos desempeñaron un papel clave para empoderar a las mujeres en su decisión. Inicialmente usaron la píldora, luego algunas cambiaron a implantes o eligieron opciones sin hormonas como diafragmas y condones. Algunas se decidieron por una ligadura de trompas y, en un caso, el compañero de una de ellas –quien también eligió no tener hijos–, se hizo una vasectomía.

Algunas de las entrevistadas consideraron la posibilidad de tener hijos, pero entonces no tenían las condiciones de salud, económicas o de disponibilidad de pareja... y, si existían, sintieron que no era el momento adecuado. La psicóloga Janeth Álvarez me dice que suele tratarse de un deseo fluctuante, en el que diversos factores tanto externos como internos confluyen en la opción de la no maternidad. Y señala que es fundamental respetar las decisiones de las mujeres que deciden no tener hijos y superar las ideas de que tienen algún problema psicológico, están incompletas, son frías o son lesbianas. Ellas tienen otras prioridades en su vida. Sin embargo, todavía les resulta difícil asumir su decisión porque la sociedad asume que el deseo de ser madre es universal e innato.

“Que una mujer encuentre satisfacción en la vida no es un tema que se trate a menudo en nuestra cultura”, dice Sarita. Para ella no tener hijos ha sido una decisión liberadora, y se describe a sí misma como satisfecha de haber tenido el privilegio y los medios para tomar esa decisión.

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