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El Telégrafo

La jauría tiene hambre…

10 de septiembre de 2011 - 00:00

En Chile el 20 por ciento de su población tiene sueldos como en Noruega, el 60 por ciento como en Nigeria. Han sido los estudiantes chilenos quienes han mostrado otra dura realidad: en el país de la bonanza solo el que tiene plata puede estudiar. Una cabeza visible: Camila Vallejo, estudiante de 23 años y comunista, lidera las protestas.

¿Quién es ella, que hasta la revista femenina Paula le ha dedicado una nota glamorosa y aparece en portadas al otro lado del océano? Es estudiante de geografía y la segunda mujer que llega a presidir la FECh en siglo y pico de existencia. Sin embargo, le tienen rabia… Nada menos que la secretaria ejecutiva del Fondo del Libro, funcionaria del Ministerio del Libro, en el gobierno de Piñera, colocó en las redes sociales: “Se mata la perra y se acaba la leva”.
Esa frase tiene un antecedente memorable: se dice que fue pronunciada por Augusto Pinochet cuando informó de la muerte de Salvador Allende. Ximena Valdés, directora de Cedem (Centro de Estudios para el Desarrollo de la Mujer) escribió un artículo, recogido por Página 12: “Cuando las mujeres se quedaban sin hombre en el campo chileno y, sobre todo, en las grandes haciendas, se decía: ‘Se mata la perra y se acaba la leva’.

Normalmente los patrones casaban a las viudas y a las niñas solteras para que no se alterara el orden sexual de los campos y así, bajo el matrimonio a menudo impuesto, a cada hombre su correspondiente esposa. A las mujeres sin el control sexual del esposo se las veía como peligrosas, a más que desviaban a los hombres de sus obligaciones laborales. Tal como los períodos de celo de los caninos, se pensaba que liquidando a la hembra los perros acallarían sus instintos sexuales y ya no se verían esas grandes levas de perros machos aullando tras las perras en celo.

Que una funcionaria de este régimen extraiga de la vieja doble moral hacendal este principio autoritario, propio de las lógicas de dominación del viejo Chile tradicional, para referirse a Camila Vallejo constituye una pieza maestra vergonzante de la agazapada cultura autoritaria que hoy emerge con fuerza bajo las derechas en el poder. (...) Ni perra ni leva, señora secretaria ejecutiva del Consejo del Libro. Se acabaron los inquilinos. Se acabó la cabeza ‘gacha’ y aunque los dueños de Chile estén en el gobierno, lo que Ud. llama leva no parece estar dispuesto a obedecerles”.

La funcionaria está afuera, pero los jóvenes de derecha -aunque después pidieron disculpas- colocaron en las redes desde el sitio donde vive Camila hasta su teléfono celular. La jauría tiene hambre...

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