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El Telégrafo

La guerra y la paz

13 de julio de 2012 - 00:00

En 1865 el escritor ruso León Tolstói publicó “La guerra y la paz”, su obra más importante y quizás la más trascendente de la literatura universal, donde relata el periplo de las invasiones napoleónicas a la Rusia zarista, incursión que quedaría trunca.

La imagen que nos muestra esta genial novela es más que elocuente para comprender el desarrollo de los acontecimientos en Medio Oriente, que tiene como escenario a Siria y los intentos beligerantes de EE.UU. de hacerse con la nación siria en una nueva escalada militar del imperio norteamericano.

Como ocurriese en la Rusia narrada por Tolstói con el fracaso napoleónico, la invasión imperialista norteamericana es frenada en el Consejo de Seguridad de la ONU por China y Rusia, quienes apoyan al gobierno del presidente Bashar Al Asad desafiando a la OTAN comandada por los EE.UU. y diciéndoles “no” a través del veto, deteniendo el supuesto “efecto dominó” que se inició con la denominada “Primavera Árabe” en 2011, primero en Túnez contra el gobierno de Ben Ali, luego en Egipto contra el régimen de Hosni Mubarak, pasando por Libia donde la OTAN arrasaría con el país y Muamar Gadafi sería ejecutado por mercenarios y posteriormente en Yemen contra Ali Abdullah Saleh. El siguiente blanco en la mira era Siria, pero la acción tomada por China y Rusia en el Consejo de Seguridad demostraría que el tablero internacional poco a poco va tomando un nuevo horizonte global.

Como pasara con las invasiones a Afganistán e Irak por parte de EE.UU., el discurso de “la democracia y la libertad” es el mascarón de proa de Occidente para legitimar política y militarmente su invasión a suelo sirio e intentan seguir el mismo paradigma instrumentado en Libia que consistió en financiar a sicarios extremistas y propiciar la formación de milicias como estrategia para desestabilizar internamente a la nación árabe alentados desde Washington y así alcanzar ese objetivo.

Pero en el contexto de la crisis capitalista que sufren los EE.UU. y la UE, y el surgimiento de un nuevo mapa geopolítico que tiene a China y Rusia como principales protagonistas en la disputa por el orden mundial, Siria respira tranquila tratando de que no se repita lo acontecido con Libia.

Ahora no le es tan sencillo consolidar su hegemonía imperial que supieron ostentar décadas anteriores, ya que su principal preocupación es salvar al capital financiero y ajustar las clavijas de sus economías nacionales. Las calurosas reuniones mantenidas por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, junto con Turquía y la Liga Árabe, convocadas por el enviado especial a Siria, Kofi Annan, parecen inclinar la balanza hacia el “Oriente” chino y ruso frente al clima latente de conspiración occidental.

Después de Siria, ¿vendrán por Irán y Latinoamérica? Pero la paz parece ser ese camino lejano que difícilmente se pueda transitar sin que se manche con la sangre de los pueblos que intentan ser dominados por la barbarie que no hace otra cosa más que seguir su naturaleza de conquista y colonialismo, y como bien dice Silvio Rodríguez: “la guerra es la paz del futuro”. Esta es la visión cínica que tiene el imperialismo para mantener el control sobre los destinos del planeta.


(*) Ensayista y escritor. Integrante del Centro Cultural Enrique Santos Discépolo de Argentina

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