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El Telégrafo
 Juan Carlos Morales. Escritor y periodista ecuatoriano

La fortuna de Bill Gates

26 de diciembre de 2015 - 00:00

En la China antigua la casa de la gente rica tenía grandes puertas de color rojo, mientras que la de la gente común, es decir los pobres, las puertas eran blancas. El mundo, curiosamente, ha ido de mal en peor.

Las personas que tienen más de mil millones en sus cuentas son los billonarios. ¿Cuántos son? Apenas alcanzan a la cifra de 1.645. En África, por ejemplo, existen 16 de estos privilegiados que conviven con 358 millones de personas en situaciones de extrema pobreza. Más claro no hay: el 1% de la población es dueña de una riqueza esquilmada al otro 99%, más allá de los eufemismos.

El informe Oxfam señala: “A nivel mundial, la desigualdad en términos de riqueza individual es aún más extrema. Oxfam ha calculado que, en 2014, las 85 personas más ricas del planeta poseían la misma riqueza que la mitad más pobre de la humanidad. Entre marzo de 2013 y marzo de 2014, estas 85 personas incrementaron su riqueza en 668 millones de dólares diarios. Si Bill Gates quisiera utilizar toda su riqueza y se gastase 1 millón de dólares al día, necesitaría 218 años para acabar con su fortuna. Aunque, en realidad nunca se quedaría sin dinero: incluso si obtuviese un rendimiento modesto por su riqueza, inferior al 2%, ganaría 4,2 millones de dólares al día solo en concepto de intereses”. Aunque el estudio reconoce que es necesario cierto grado de desigualdad para premiar el talento, lo extremo deja sin oportunidad a millones de personas. (www.oxfam.org)

Aterricemos en nuestro país. Por ejemplo, durante el auge cacaotero en que el país era el mayor exportador de la fruta, la escasa visión de los Gran Cacao hizo que, además de tener entre dos familias fincas del tamaño de la actual provincia de Los Ríos, los trabajadores explotados no tuvieran ni las condiciones ni las oportunidades para desarrollar productos derivados. Tampoco lo hicieron aquellos ricos, cuyos hijos nacían en París, para montar una fábrica de chocolates.

Aunque puede resultar un ejemplo extremo, da pistas de una realidad que no ha variado mucho. ¿Cuántos productores bananeros están pensando en una fábrica de patacones? ¿Cuál es el aporte, por ejemplo, cultural después de 60 años de exportar banano, más allá de la Reina del Banano? ¿Hay un museo del banano o recursos para que alguna universidad estudie una nueva plaga?

La mirada de algunos empresarios se parece bastante a los primeros conquistadores: oro fácil en el menor tiempo posible. Regreso al inicio. Un texto taoísta de hace milenios dice: “Asociarse con mercaderes no es tan bueno como hacerse amigo de los ermitaños. Llamar a las puertas rojas no es tan bueno como frecuentar las casas blancas…”

Sin embargo, siempre queda la pregunta de qué puede hacer una persona con tanto dinero en el mundo. Otra vez el taoísmo nos da una clave: “El Cielo hace a un hombre rico para que alivie el sufrimiento de las multitudes, pero en el mundo hay quienes usan su riqueza para abusar y maltratar a los pobres. ¡Ah, estas personas ofenden la verdadera voluntad del Cielo!” Por suerte, Bill Gates repartirá su fortuna a fundaciones sociales y dejará a sus hijos lo mínimo. (O)

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