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El Telégrafo
Antonio Quezada Pavón

La epidemia del siglo

07 de mayo de 2015 - 00:00

Es la diabetes mellitus, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud para 2014, con más de 347 millones de diabéticos en el mundo. Cada 6 segundos muere una persona afectada por diabetes, y lo peor es que el 80% de estas muertes se producen en países de ingresos bajos y medios.

En Ecuador, por nuestra parte, en 2013 fue la primera causa de muerte; entre 700 y 800 mil personas mayores de 18 años somos diabéticos. La prevalencia de diabetes en el área urbana es de 3,2% y en área rural es de 1,6%. Las zonas con más incidencia son: Quito con 4,8% y la Costa urbana con 2,9%.

Esta cruel enfermedad es un conjunto de  trastornos metabólicos  caracterizados por la concentración elevada de glucosa en la sangre. Es crónica e incurable y se presenta en tres tipos: tipo 1 cuando el cuerpo no produce insulina; tipo 2 cuando el cuerpo deja de producir suficiente insulina; y gestacional cuando el organismo desarrolla una resistencia a la insulina durante el embarazo. Los modernos hábitos de vida exacerban esta enfermedad -rápido aumento de peso, obesidad, inactividad física y tabaquismo- que, por cierto, se puede prevenir, con una dieta saludable, actividad física regular, mantenimiento de un peso corporal normal y evitar el tabaco. Esto suena ideal y posible, pero realmente observamos  que la mayor parte de enfermos ni siquiera se da cuenta de su dolencia, sino cuando es demasiado tarde. Ahora podemos entender claramente el propósito de las autoridades al promover la semaforización de los alimentos procesados que se expenden y producen en el país. Así como el combate, no muy abierto, pero que ya se ha iniciado, al consumo indiscriminado de comida chatarra de todo origen. Es incomprensible que en un país tropical, con abundancia de frutas, se recurra al consumo de bebidas gaseosas y de otros tipos, con alto contenido de azúcar y componentes químicos.

El IESS lanzó una campaña denominada ‘El club de diabéticos’ en los 658 dispensarios médicos del Seguro Social Campesino en todo el país. Pero realmente se necesitan unos tremendos esfuerzos de todos los sectores de la salud, tanto estatales como privados, para crear una conciencia de prevención, pues es una enfermedad que, sin cuidado apropiado, degenera en trastornos, todos ellos de muy mal pronóstico. Por ejemplo: el denominado pie diabético debido a la mala vascularización de las extremidades inferiores de los pacientes, que sin largo tratamiento terminan en amputaciones y la muerte. Y algunas secuelas  no son menos graves: ceguera, crisis renal, severas cardiopatías, entre otras.

Hay muy buenos endocrinólogos en nuestro medio y dedicados cirujanos vasculares, pero es una enfermedad costosa que necesita de muy intensos y continuos  cuidados. Es por eso que debemos hacer conciencia ciudadana para educar en buenos hábitos alimenticios a nuestros niños. Lo cual nos lleva a mirar la importancia del desayuno escolar y de las campañas para lograr que las familias entreguen una dieta sana a sus miembros. (O)

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