Parecería que está cancelada la paz entre las FARC-EP y el Gobierno de Colombia, las reuniones son para consumir los últimos conchitos de voluntad. Hablan y hablan, pero los caídos en combate (y los civiles por ‘daños colaterales’) son la elocuencia de la desesperanza; por favor, no hay muertos malos, todos son colombianos y todos son de allá abajo, los ricos no se meten al monte, por lo menos a combatir. Compartan el pesimismo de este jazzman: La Habana será otro San Vicente del Caguán. Valga el preciso enfoque leninista: “La ingeniería analítica de cada detalle concreto no da confianza”.
Centroamérica es un buen ejemplo, el alcance definitivo de la paz no es solo una expresión mediática de deseos de las partes y declaraciones de buenas intenciones mientras se sataniza al adversario. Es urgente desarmar los aparatos propagandísticos y suavizar el clima confrontacional de las autoridades colombianas; ellos tienen la absoluta hegemonía. Para Sun Tzu no hay diferencia entre el ejercicio político y el militar, solo el escenario de combate corresponde a los guerreros de oficio. En las negociaciones de La Habana el eje único debería ser el político y no militar, las discusiones deberían sostenerse en ese nivel, por ahora no es posible, hay una diversidad de intereses auspiciados o mantenidos por el Estado colombiano que en condiciones de paz tendrían fuerte escrutinio (si es que ya no lo tienen) popular.
Los sentados a ambos lados de la mesa tienen percepciones diferentes, sobreponiéndose lo militar a la decisión política. Para el Gobierno colombiano, las FARC-EP están derrotadas, con aporte tecnológico estadounidense ha liquidado a decenas de importantes comandantes guerrilleros y ahuyentado a miles de combatientes a zonas difíciles. Y está operativo el aparato de guerra psicológica muy eficiente para crear estados emocionales en la población de Colombia y fuera del país. Dos rápidos ejemplos de lo dicho: la voladura del club El Nogal y el collar bomba a un mujer campesina atribuidos sin pruebas a la guerrilla. Las FARC-EP se apoyan en su historia comenzada el 27 de mayo de 1964 y desde esa fecha hasta hoy han sobrevivido a las embestidas militares estadounidense-colombianas.
En estas negociaciones de paz, ¿cuál será la opinión de uno de los financistas de la guerra? Estados Unidos de América. Financió el Plan Colombia con las consecuencias trágicas conocidas (masacres, desplazamiento de millones de personas y empobrecimiento territorial), el envío de miles de asesores militares, la instalación de siete bases militares y el tremendo peso político en las probables decisiones.
Las comunidades negras son una de las mayores víctimas de la guerra, el racismo institucional las mantiene ausentes de esas conversaciones, es decir, se vuelve al principio de todos los conflictos, los exclusivismos políticos y sociales. Qué lástima que los millones de muertos colombianos solo tengan la vela del entierro y no la palabra. (O)
