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El Telégrafo

La Divina Comedia

23 de noviembre de 2011 - 00:00

Recién estoy leyendo  la versión completa de “La Divina Comedia” que el poeta italiano Dante Alighieri magistralmente escribió en el siglo 13. Allí nos presenta la visita imaginaria que hace primero en el infierno, luego en el purgatorio y al final en el cielo. Es el imaginario católico que se nos ha pintado por todas partes. Imaginario que bordea el mito.

Me vinieron varias preguntas, sobre después de que el Papa aceptó que los limbos -a donde supuestamente hubieran ido a parar los niños fallecidos sin bautizo- eran una construcción imaginaria. Pregunto: Si algún día se nos dijera también que el cielo, el purgatorio y el infierno fueran “construcciones imaginarias”, ¿qué pasaría con nuestra fe tradicional?

No faltan autores que afirman que, en los distintos continentes, “fuera de este mundo, no hay otro”. Y nos llevan a pensar que el cielo, el purgatorio y el infierno son partes de nuestra vida mortal. Se nos dice también que tampoco Dios está fuera de nuestro mundo, sino el alma del universo: “No digamos que Dios es vida ni que es amor o comunidad, sino más bien: la vida es Dios, el amor es Dios, la comunidad, o sea la vida y el amor, es Dios”.
¿Qué le parece, estimado lector? ¿No le han venido a usted estos pensamientos?

Desde el Concilio Vaticano 2º, cuyos 50 años vamos a celebrar este año próximo, las referencias cristianas se van desplazando. La teología de la liberación ha abierto “nuevos paradigmas”, como se dice: nuevos criterios y puntos de partida. Y no vamos a pensar que esta teología ha pasado de moda. El mismo papa Juan Pablo 2º escribía a los obispos de Brasil: “Estamos convencidos de que la teología de la liberación es no solo oportuna, sino útil y necesaria” (1986).

Ya en 1975, el papa Pablo 6º insistía fuertemente en su carta encíclica: “La evangelización de los pueblos”: “Cristo, en cuanto evangelizador, anuncia ante todo un reino, el Reino de Dios; tan importante que, en relación a él, todo se convierte en ‘lo demás’ que es dado por añadidura. Solamente el reino es, pues, absoluto y todo el resto es relativo (Mateo 6,33)”. Si el Reino es lo único absoluto, ¿qué pasa con el cielo, el purgatorio y el infierno fuera de nuestro mundo? El infierno es la destrucción del Reino y el cielo es la presencia del Reino; en cuanto al purgatorio: ¿dónde ubicarlo?

Personalmente me quedo con la palabra de Jesús citada por San Mateo (6,33): “Busquen primero el Reino de Dios y su justicia; el resto vendrá por añadidura”.

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