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El Telégrafo

La dictadura en Argentina

06 de noviembre de 2011 - 00:00

Inicia sus acciones el 24 de marzo de 1976. Los miembros de la primera Junta fueron: Videla, Massera y Agosti.
La junta militar impuso el terrorismo de Estado, desarrollando un proyecto muy bien estructurado para destruir toda forma de organización popular. La dictadura puso en marcha una represión implacable sobre las fuerzas políticas, sociales, sindicales, estudiantiles, que se le oponían. El objetivo: someter a la población y así imponer
“el orden” sin voces disidentes.

Se inauguró de esta forma el proceso más sangriento que registra la historia argentina. La ley 21.254 estableció la pena de muerte. Artículo 2: “El que actuare en cualquier forma contra los medios de transporte, de comunicación, instalaciones de gas, agua corriente u otros servicios públicos, será reprimido con reclusión por tiempo indeterminado o muerte”.

Los organismos de derechos humanos hablan de la desaparición de alrededor de 30.000 personas durante “la guerra sucia”, desatada por la dictadura. Al primer aciago trío le sucedió la denominada Segunda Junta, formada por Viola,  Lambruschini y Rubens. Luego aparecieron los Galtieri, Anaya y Lami. Los Nicolaides, Franco y Hughes. Estos cínicos tenían el mismo perfil: no les importaba la vida, la democracia, la ley, el pueblo.

El 26 de octubre de este año, el Tribunal Federal Número 5 de Buenos Aires –en una sentencia histórica– condenó a cadena perpetua a doce criminales de la  dictadura (1976-1983) que operaron en la Escuela de Mecánica de la Armada. Organizaciones de derechos humanos sostienen que cinco mil detenidos fueron muertos y posteriormente desaparecidos en este campo de concentración de inspiración nazi.

Entre los condenados están dos de los símbolos más tenebrosos de la represión: el capitán Jorge Acosta y el teniente Alfredo Astiz. El primero era uno de los jefes de los grupos que salían a las calles a secuestrar, torturar y desaparecer argentinos. Astiz es considerado responsable del secuestro y muerte de la primera directiva de Madres de la Plaza de Mayo, de las religiosas francesas Alice Domon y Leonie Duquet. Este degenerado también está involucrado en el asesinato de la adolescente sueca Dagmar Hagelin.

Estos sádicos que en su momento se creyeron dueños de la vida y de la muerte de quienes caían en sus garras, estarán tras los barrotes por el resto de sus vidas. Los jueces Germán Castelli, Daniel Obligado y Ricardo Farías han cumplido con su deber. Han cumplido con Argentina y con la humanidad entera. La justicia tardó… pero llegó.

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