La derecha no tiene propuestas serias para el país; tan solo le interesa volver a su vieja práctica neoliberal y políticas de ajuste y ‘paquetazos’ del FMI que, como hemos dicho y es oportuno remarcarlo, significaron pérdida de soberanía, endeudamiento externo al borde de hipotecar la nación, economía especulativa para practicar a mansalva el atraco de los dineros públicos, en especial por la vía de la banca corrupta; entrega del petróleo a las transnacionales y expulsión masiva de buena parte de la población, que emigró para sobrevivir.
A eso quieren volver los de la partidocracia, agrupados ahora en bloques de supuesta ‘unidad’, ‘concertación’, ‘mesas’ (copia de la MUD de la ‘peluconada’ venezolana) o como se llame; reforzados con dirigentes desleales de grupos pequeños de indígenas, ultraizquierdistas y oportunistas, que aspiran a ser tomados en cuenta o auspiciados electoralmente por aquella. Les interesa liquidar la Revolución Ciudadana y sus conquistas; algunos ilusos hablan hasta de una nueva constituyente, para liquidar la Constitución y leyes de avanzada; desmantelar impuestos y volver a la vieja práctica de la evasión tributaria.
No reconocen los duros efectos en el presupuesto y la economía en su conjunto por la baja del precio del petróleo, pero hablan de ‘crisis’, que justo fue, siempre, lo que provocaron sus gobiernos.
Hablan de agotamiento del modelo ‘correísta’ y mienten, desde sus medios y comentaristas, que este gobierno es autocrático, justo porque su característica fue la de reconocer y ampliar derechos y libertades, que ellos jamás reconocieron, menos la equidad de género, participación con visión multiétnica y pluricultural en la administración del Estado, reconocimiento pleno de conquistas laborales y mejoramiento de sus condiciones de trabajo y salariales. Les preocupa los avances en los campos de la educación, salud, seguridad social y vivienda, pues todo para ellos era una mercancía, por tanto, espacios de negocios, en el marco del cacareado ‘libre’ mercado, que siempre fue regentado por poderosos grupos empresariales (oligopolios y monopolios), muchos asociados al capital extranjero, que a su vez claman para que penetre libremente.
Todo, eso sí, buscando preservar la dolarización, que fue impuesta ilegalmente, no como como mecanismo de ampliación del salvataje y atracos bancarios.
Sus frágiles acuerdos politiqueros, electorales, están llenos de hipocresía; en efecto, plantean como ‘objetivos’ la ‘democracia’, la suya, la de los gobiernos represivos, dictaduras y fraudes electorales; la de la marginación social y política. plantean la ‘libertad’, la de ellos, con la que siempre negaron a las masas su derecho a organizarse, participar, opinar, educarse, curarse, tener techo y seguridad, con la que esclavizaron y explotaron a indios, montuvios, afrodescendientes y cholos.
Es momento de una mejor y fuerte organización política y social, que defienda y amplíe las reformas; que se ejecute la Revolución Agraria y se redefina y haga realidad plena la revolución laboral, ampliar la educativa y de la salud al campo de lo preventivo, familiar comunitario.
Que se revise la acción oficial en la educación superior, renovando equipos de intervención y planificación, a tono con los postulados de la RC; y que se replanteen las políticas de redistribución de la propiedad y el ingreso en búsqueda de la equidad y justicia social: no puede hablarse de socialismo sin revisar estos programas, y menos, pretendiendo simplemente ‘modernizar’ el capitalismo.
Hay que insistir en la unidad para afianzar el programa revolucionario, relanzarlo con nuevas formas de oportuna comunicación, para lograr la adhesión popular masiva y evitar confusión y que la derecha con su ‘libre expresión’ y propósitos obstruccionistas, recobre su práctica explotadora, depredadora y entreguista. Hay que impedirlo. (O)