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El Telégrafo
Leonardo Vicuña Izquierdo

La contrarrevolución en la región

09 de diciembre de 2015 - 00:00

La ofensiva conservadora venezolana, con apoyo de la derecha reaccionaria y el imperio norteamericano, con enormes recursos financieros y un masivo apoyo continental de los propietarios de grandes medios y gremios empresariales, triunfó. Logró confundir a la mayoría del electorado, afectado por los duros efectos económicos provocados por la baja sensible del precio del petróleo, que es la base económica fundamental del país, un 1.500% más fuerte que en el nuestro; también la guerra sucia de grandes empresarios que provocaron escasez de productos básicos desató con más dureza la especulación, redoblaron acciones mafiosas para elevar en extremo el precio del dólar.

La vieja oligarquía vendepatria, que históricamente asaltó el petróleo y desvalijó el Estado, fomentó una economía de enlatados importados y de ensamblajes, turnándose en el poder adecos (’socialdemócratas’) y copeyanos (’socialcristianos’), desató, en el marco de una campaña mundial de calumnias y desinformación, toda clase de actos violentos antes y después del proceso electoral. En nombre de la ‘libertad’ y la ‘democracia’ obstaculizaron una y otra vez el proceso revolucionario, llegando, como se sabe, incluso a tomarse el poder, con el golpe de Estado contra Hugo Chávez, para colocar grotescamente en él al dirigente de las cámaras, lo que el pueblo repudió y derrotó en 48 horas. Sin dudas, su objetivo central principal es el de recuperar el petróleo; Venezuela, con 297,6 billones de barriles, es el primer país del mundo en reservas petroleras (Ecuador tiene 8,2), para volver a entregarlo a las transaccionales y amasar sobre esa base más y más fortunas mal habidas. Tempranamente la oposición anuncia un plan para retroceder desconociendo derechos y liquidando leyes como la laboral.

Bien ha hecho el PSUV y el presidente Maduro en reconocer el triunfo electoral de la oposición (MUD) y el Ministro de la Defensa de reiterar el respeto a la Constitución y a la democracia, llamando a la serenidad y la paz, ambiente en el que se desarrollaron las elecciones, con base en una organización y procedimientos de los más eficientes y transparentes del mundo, que desmiente las calumnias y afirmaciones temerarias de la derecha planetaria y, sobre todo, la afirmación de que en la patria de Bolívar hay una dictadura.

Un proceso revolucionario serio enfrenta las adversidades con firmeza y convicción, corrige errores y redobla la acción para consolidar los cambios, crea condiciones para ampliarlos a base de organización y vinculación con las masas populares organizadas. Esa es una vieja táctica histórica que ayudará al combate; jamás retrocede en los principios bajo ningún argumento. La movilización del pueblo bolivariano y la solidaridad internacional son la única garantía. En el proceso de 17 años, antes y con el PSUV, han ganado 18 de 20 elecciones, tan solo perdió un referéndum y la reciente, en la que, no obstante, alcanzó 42% de los votos. Tras la desaparición física de Hugo Chávez, Nicolás Maduró ganó las elecciones con poco margen, pero luego en las siguientes, las municipales, ganaron en forma contundente. Este antecedente permite avizorar que con buen trabajo y ajustes se recuperará el apoyo electoral.

Lo mismo ocurrirá en Argentina, el pueblo advertirá que las viejas trincas de las dictaduras fascistas y atracos bancarios no resolverán sus problemas y volverá al sendero del cambio.

Las fuerzas del progreso actúan con ese riesgo permanente y hay que estar alertas y decididos. Hoy más que nunca, actuar con líneas políticas claras, sin odiosos sectarismos, con unidad, firmeza y fluidez democrática. (O)

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