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El Telégrafo

La casa está enferma, muy enferma

06 de julio de 2012 - 00:00

“Hay que llamar a los doctores. La Casa está enferma”, dice el escritor Raúl Pérez Torres. Y tiene razón. Toda la razón. Y lo está desde hace ya varios (demasiados) años, por lo que es urgente su reestructuración y renovación.  

Hace rato lamentablemente dejó de ser un referente del arte y la cultura del país. Se ha convertido más bien en sinónimo de mediocridad, conformismo y exclusión. 

Cuando un artista acude a la Casa de la Cultura casi siempre regresa desencantado, pues sus iniciativas son rechazadas: “lo que podemos es ayudarte con las invitaciones”. Claro, si el mayor porcentaje de su presupuesto (alrededor de 10 millones de dólares anuales) se va en gasto corriente. Entre el 80% y 86% es para gastos administrativos y apenas un 10% a 14% se dedica a inversión.

Es decir a financiar actividades culturales. Y no solo en la matriz, sino también en los núcleos provinciales. Así, en Loja por ejemplo, de 384 mil dólares que tienen de presupuesto anual, apenas 63 mil son para inversión, el resto para pagos de la burocracia, viajes y viáticos.     

Este ha sido el modelo de gestión de las últimas décadas. Un modelo en extremo ineficiente, caduco y del siglo pasado. Ese es el modelo que debe cambiar. Sin duda la Casa necesita una renovación. Necesita una mirada contemporánea y una gestión que permita acoger a la gran diversidad de expresiones culturales, a las nuevas manifestaciones urbanas, a generar espacios de reflexión y discusión.

Es necesario establecer un uso adecuado de sus múltiples espacios; auditorios, salas y teatros. Por ello, es urgente, como bien afirma el propio candidato Valdospinos, crear una Casa en la cual “los gestores culturales serán pluriculturales (sic). Tendrán acceso a los escenarios, a publicar sus libros, a participar en talleres y concursos”.    

En algunas semanas se realizarán las elecciones (en medio de denuncias de graves irregularidades) para elegir a su nuevo presidente; hay tres opciones: Jaime Galarza, el actual vicepresidente; rompió con el presidente y  tiene una agenda propia vinculada a algunos movimientos y grupos sociales. Pero al final lo típico, el “vice” que se enoja con el presidente y aspira a reemplazarlo.

Marcelo Valdospinos, actual presidente del núcleo de Imbabura, sin ninguna trayectoria cultural y que, al decir de muchos en Ibarra, “a la Casa de la Cultura lo convirtió en club exclusivo de abogados”, es el candidato oficial, es decir la continuidad de este modelo de gestión obsoleto.

Y el tercero es Raúl Pérez Torres, reconocido escritor, y quien ya ocupó la presidencia de la Casa. Es claro y concreto en la necesidad de cambio: “No puede haber una revolución ciudadana si a la par, junto a ella, no hay una revolución cultural”. Absolutamente cierto.

Sin duda, ya es hora del cambio. Artistas, creadores y gestores culturales exigen una Casa de la Cultura diferente; activa, creativa, crítica, eficiente y transparente.

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