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El Telégrafo
José Velásquez

Mahuad y la paz

01 de octubre de 2018 - 00:00

El teléfono sonó y una voz le pedía al presidente electo reunirse cuanto antes. Jamil Mahuad alistaba viaje a Bogotá para asistir a la investidura de Andrés Pastrana. ¿Podemos conversar a mi regreso?, preguntó Mahuad. No, señor presidente: es un tema de seguridad nacional. Los generales le dijeron que Perú pensaba atacar a mediados de mes. Fujimori canceló su viaje a Bogotá a la ceremonia de Pastrana del 7 de agosto, y tampoco fue a Quito ese 10 de agosto. Se confirmaban las sospechas.

En su discurso de inauguración, Mahuad envió un mensaje público y conciliador a su homólogo del sur. La diplomacia peruana se mofó de la propuesta de acercamiento del presidente ecuatoriano. Pero allá en Lima, donde se habían trazado ya todas las rutas para vindicar la afrenta del 95, alguien dio un giro a su brújula. El líder peruano ordenó a sus tropas que bajen las armas que ya empezaban a apuntarnos y se reunió con Mahuad contra todo pronóstico en Asunción del Paraguay.

Fueron 10 encuentros en 10 semanas. Mahuad y Fujimori lograron lo que los diplomáticos no pudieron y lo que muchos militares no querían. Aprendieron a confiar y a encontrar semejanzas y hermanaron a dos países divididos por la historia. Jamil Mahuad transita por sus recuerdos en voz alta. Es una presentación para un grupo de estudiantes en la escuela de gobierno de la Universidad de Harvard. Vienen de varios países en desarrollo.  

Escuchan sobre el proceso de paz. “Un conflicto es una discusión que no llega a ningún lado porque hay más de una verdad”, explica el profesor. “Así es que no queda más remedio que empezar a construir una nueva verdad”. Luego de 90 minutos los vi despedirse con aplausos, conmovidos por el desenlace. Han pasado casi 20 años desde ese 26 de octubre cuando Mahuad y Fujimori heredaron un destino de confraternidad para sus naciones.

Seis presidentes se han sentado en Carondelet desde entonces sin que se cuestione el proceso. “Se hizo de tal forma que ninguno de los dos países se sintió perjudicado”. Algunos dirán que Mahuad le queda debiendo a Ecuador por el congelamiento bancario.

Mi punto de vista muy particular es que el país también le debe mucho a Mahuad porque el legado de la paz es invaluable. (O)

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