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El Telégrafo
Eduardo Jurado

Itinerario

29 de mayo de 2018 - 00:00

Itinerario de las nuevas realidades de la economía y de la política, es el título que escogí para mi tercer libro. Se trata de un ensayo -en construcción- en el que a manera de holograma pretendo conducir al lector por un atajo entre las ciencias que estudian la satisfacción de las necesidades humanas y la política, entendida como el poder público sustraído de la convivencia humana.

Comienzo identificando al emprendedor, aquel que tiene un compromiso consigo mismo, un propósito intrínseco, que abraza la adversidad, que es capaz de lidiar con los obstáculos y hace que las cosas sucedan; y a los consumidores, que no siempre actuamos racionalmente, sino que respondemos a recompensas potenciales. Desconocer esto es ignorar la estructura misma de la naturaleza humana.

Continúo señalando que, en época de incertidumbre, de cambios incesantes y de transformaciones profundas, emergen nuevas formas de producción y de intercambio que amenazan el empleo. Con la metáfora de la mano invisible describo el fenómeno auto-regulador del libre mercado en el que la competencia juega un papel básico y fundamental en la actividad económica. Exalto a la libre competencia como el mejor medio para coordinar los esfuerzos humanos y como principio de organización social.

Señalo que, sin confianza, caen el optimismo y la demanda; que las externalidades son efectos secundarios que se producen cuando una persona, una empresa y el Estado mismo, realizan una actividad que afecta a otros pero no asumen los costes o los beneficios de esta. Que las instituciones deben existir porque con el dinero de los contribuyentes agregan valor a la sociedad en su conjunto y no lo contrario. Que el buen funcionamiento de las instituciones y una política económica saludable crean el ambiente propicio para el crecimiento.

Por último, digo que tiranía del Estado tiende a inmovilizar las energías individuales debilitando la vitalidad de una nación y que la iniciativa privada requiere de libertad económica. Que la competitividad significa competir en los mercados globales, exportando productos o servicios y haciéndolo de manera sostenible e incremental y que cuando el Producto Interno Bruto aumenta en forma tal que permita dar saltos cualitativos en la calidad de vida de las familias y mantener procesos de acumulación de capital humano, bienes de capital y capital financiero, entonces podemos hablar de desarrollo.

Concluyo queridos lectores mencionando que he sido llamado a asumir una delicada función pública que me impide continuar por ahora seguir escribiendo en esta columna. Aprecio mucho su comprensión y anhelo regresar con ustedes en breve. (O)

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