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El Telégrafo
Sebastián Vallejo

Islandia, la pornografía y el paraíso

15 de agosto de 2014 - 00:00

Mientras el nuevo Código Orgánico Integral Penal, también conocido en el argot popular como la ‘tabla de Jasper Beardly’, comienza su proceso de cotidianización en las vidas del ecuatoriano medio, bien vale mirar a otro lado.

Islandia, por ejemplo. En el reporte sobre la brecha entre géneros 2012 del World Economic Forum, Islandia se posicionó en primer lugar en el progreso hacia la equidad sexual (Ecuador subió a un honroso puesto 33). Islandia es un país altamente liberal. Un paraíso progre, si no te importa un invierno de nueve meses. Dirigido por la primera y única primera ministra (abiertamente) lesbiana, es un país con el porcentaje más alto de matriculación femenina en instituciones de tercer nivel. Es más, sobrepasan a los hombres 3 a 2. La brecha salarial entre mujeres y hombres es de las más bajas a nivel mundial, y la participación femenina en la fuerza laboral es de las más altas. Los niños, 65% de los cuales nacen fuera del matrimonio (no necesariamente fuera de otro tipo de uniones legalmente reconocidas), tienen educación sexual en las escuelas.

Minivibradores y condones se venden en las cajas de los supermercados. Si tus sensores feministas no te urgen tomar un avión a Islandia en este momento, puede que sea por un pequeño detalle: la pornografía es ilegal. Desde 1869. (¿Saben dónde también es ilegal? En Arabia Saudita.)

Bueno, está prohibida, pero no es algo que necesariamente se aplica. Pero hay una tendencia. En 2009 se introdujeron sanciones y prisión para aquellos que patrocinan a prostitutas (aunque no así a las prostitutas, a quienes la ley trata como víctimas). En 2010 se ilegalizaron los clubes de striptease. Ahora, el evidentemente poderoso movimiento feminista en Islandia va por la pornografía en internet. Pensar en algún lugar del Municipio de Guayaquil, Melvin Hoyos debió sentir una imprevista sensación de satisfacción. Y el monseñor Arregui. Y Guillermo Lasso.

Pero, para ser honesto, más allá del humor fácil, lo que ha logrado unir al grupo feminista de un país extremadamente liberal con la curia de la Iglesia católica ecuatoriana es la gran paradoja de lo progresista y liberal. Precisamente, el ser extremadamente liberal. (Incluso la fundamentación de las razones puede asimilarse. En Islandia, la Policía, especialistas de protección para niños, abogados e investigadores académicos mostraron su preocupación sobre los efectos de la pornografía en la naturaleza de la violencia sexual en la isla. Razones moralistas basadas en investigaciones sesgadas, dirán algunos.)

Lo cual nos pone en una paradoja adicional: esa tendencia circular del espectro ideológico. Nuestra naturaleza política tan definida por nuestros argumentos idiosincráticos. Todos tan lejos del otro. Todos tan cerca.

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