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El Telégrafo

Investigación y desarrollo

11 de octubre de 2011 - 00:00

Resulta fundamental comprender que la real distancia entre las economías desarrolladas o prósperas vs. las en desarrollo se encuentran justamente en lo que el talento humano es capaz de producir como conocimiento: ciencia y tecnología, mediante la creatividad e innovación, utilizando las metodologías de la investigación en todas sus formas existentes y contrastadas, porque es la energía vital con lo que se construyen las “ventajas comparativas en las naciones” y las “ventajas competitivas diferenciadoras sustentables y sostenibles en las empresas”, que son las estrategias que marcan las diferencias, en los mercados y gustos de los clientes consumidores finales, quienes deciden el éxito o fracaso de los distintos agentes económicos participantes  y al final son los jueces que dictaminan la fidelidad del cliente a la marca, producto e institución pública o privada u ONG en los países.

La real diferencia entre pobreza y riqueza está en  {educación + la calidad de su investigación + la actitud y aptitud del talento humano} = capital intelectual, es lo que marca la diferencia; el capital, las máquinas, herramientas y materia prima directa (MPD) se consiguen de alguna forma. Ejemplos que nos muestran la veracidad de esta teoría comprobada son: Japón, Alemania, China, Singapur, Corea del Norte y del Sur, Taiwán, India, Chile, etc.

Avanza el trabajo que está realizando la Revolución Ciudadana en las áreas de salud, educación, reforma de la Universidad  y su rol social de constructora del capital intelectual, que es la MPD con la que se fabrica a las naciones prósperas y desarrolladas, de las cuales hoy queremos aprender, como modelos exitosos a replicar.

Insistimos en que tenemos una enorme riqueza por explotar en los saberes ancestrales, de medicina alternativa con plantas naturales y conocimientos, que están ocultos o por perderse, si no los recuperamos e investigamos, ya las universidades deberían estar instaladas en todas las regiones, con sus laboratorios con científicos investigadores para producir nuevos productos y desarrollar la “industria de la medicina alternativa” de consumo masivo y exportación, patentando las recetas, tratamientos, dietas y alimentos ancestrales, poco conocidos en la sociedad urbana civilizada.
¿Tendrán beneficios, en la medicina actual, las técnicas y plantas utilizadas en la reducción de cabezas, practicada por las comunidades shuaras?

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