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El Telégrafo
Antonio Quezada Pavón

La inteligencia artificial nos dejará sin empleo

17 de enero de 2019 - 00:00

Un fenómeno que últimamente se está difundiendo debido a la ansiedad por la automatización, es el miedo de que, en un futuro, muchas tareas sean realizadas por máquinas y no por seres humanos, a juzgar por los grandes avances que se están logrando en el campo de la inteligencia artificial y de la robótica. Lo cierto es que habrá cambios importantes. Lo que no está tan claro es cómo serán esos cambios. La investigación que existe sugiere que el futuro es inquietante e interesante. La amenaza del desempleo tecnológico es real, pero aun así es un problema con ventajas.

Una imagen que solemos ver en las pantallas de TV, en libros, en películas, en las crónicas diarias, es la de un ejército de robots que llega a nuestro lugar de trabajo con un solo objetivo: desplazar a los seres humanos de sus empleos. Es verdad, las máquinas desplazan a los humanos en tareas específicas. Pero no solo los reemplazan, también los complementan en otras tareas, haciendo que ese trabajo sea más valioso e importante. A veces las máquinas complementan a los humanos de manera directa, aumentando la productividad y la eficiencia en una tarea particular. Un taxista, por ejemplo, puede usar un GPS para orientarse en sitios desconocidos.  El progreso tecnológico complementa al ser humano de manera directa. Pero también lo hace indirectamente de dos maneras. La primera: si concebimos la economía como una torta, el progreso tecnológico aumenta el tamaño de esa torta. A medida que la productividad aumenta, el ingreso sube y la demanda crece.  Así, quienes fueron desplazados de sus tareas en la vieja torta encontraron en la nueva torta otras tareas para hacer. Pero el progreso tecnológico no solo agranda la torta, sino que también cambia sus ingredientes. Con el tiempo, la gente va cambiando la forma en que gasta su ingreso, distribuyéndolo de otra manera entre los productos disponibles, y desarrollando gustos por nuevos productos. Se crean nuevas industrias, surgen nuevas tareas que realizar y, por lo tanto, habrá nuevas funciones que cumplir.

Aceptemos que la torta de la economía mundial se ha incrementado 100 veces en 300 años, cuando la gente trabajaba en granjas; 150 años después en fábricas; y ahora trabaja en oficinas. Los economistas llaman a estos efectos “complementariedades”, que es en realidad un término elegante para expresar la forma diferente en que el progreso tecnológico puede ayudar a los humanos. (O)  

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