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El Telégrafo
Felipe Rodríguez

Insecticida para usted: parásito mezquino

04 de enero de 2021 - 00:00

El ser humano es un vertebrado tan especial que es capaz de odiar incluso aquello que no conoce. Nuestros antepasados eran en ello bastante más racionales. Le temían al peso del Mamut, a la mordida de los grandes felinos, al calor de las erupciones volcánicas. Identificaban el peligro para sobrevivir.

¿Qué nos pasó a los sapiens de este siglo? Ya no somos de los que odiamos al amante de nuestra pareja, al que nos hizo bullying en el colegio, al ladrón que nos asaltó en la calle. Ahora odiamos exclusivamente a quien no conocemos e, inclusive, sin la certeza de encontrar cimientos sólidos en nuestros odios.

 Quiero que piensen en todos esos nombres de villanos de redes sociales, esos que “se hicieron millonarios en un contrato corrupto”, esos que golpean a sus esposas”, esos que viajan con el dinero de nuestros impuestos”. Piensen en todos aquellos que salen o bien en reportajes, o bien entre rumores de pasillo, o bien entre ataques anónimos, cuya historia real no nos consta.

Mi pregunta es: ¿a cuántos de ellos conocemos y cuál fechoría nos consta personalmente? ¿Se han dado cuenta que existen cucos, monstruosos, cuyos nombres y apellidos todos identificamos, pero quienes ninguno de nosotros conoce?

La narrativa de las redes sociales es tan poderosa que puede convertir a una persona desconocida en un villano para todos. Sin que jamás sepamos si es con o sin mérito. A mi se me ocurren nombres de personas cuyas vidas desconozco pero que cuando pienso en ellos, desconfío. ¿Por qué? Porque ya no odiamos el peligro, hoy odiamos imaginarios.

Y la tragedia del ilusionismo aterriza en heridas abiertas. Todos, absolutamente todos, tenemos heridas abiertas. Cada ser humano carga con frustraciones, miedos, sufrimiento. Ustedes no saben lo que vive cada ser humano puertas adentro, los traumas de su niñez, sus preocupaciones del mañana, los motivos de su ansiedad.

¿En que momento nos convertimos en dioses desquiciados con el derecho de dañar y con incapacidad de sanar? Mírense en el espejo. ¿Están bien? Ustedes no saben lo que sus enemigos imaginarios viven. Ellos tampoco tienen porque conocer la causa que los desvela a ustedes en las noches, que les tiene tan embebidos en odio y de necesidad de desahogo.

¿Qué tal si empezamos el 2021 con pie derecho? Dejemos de mancillar a quien no conocemos. Dejemos de dañar a quien jamás a nos ha dañado. Empecemos a reclamar cuando tengamos certezas. Dejemos de creer lo que cualquier aparecido escribe. Sólo diseñemos estrategias cuando olamos peligro. ¿Están listos para dejar de ser el parásito mezquino en el que se han convertido?

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