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El Telégrafo

Inmortalidad en tiempo genético

16 de octubre de 2011 - 00:00

Todos los seres vivos envejecen y mueren. Aunque ahora sabemos que estos dos fenómenos tienen como base el comportamiento de ciertos genes, nos falta mucho para entenderlos en su total complejidad y encontrar, como muchos quieren, la juventud o la vida eterna.

Días atrás circuló la noticia de que el elixir de la eterna juventud estaría en la Isla de Pascua, Chile, donde científicos habrían descubierto en sus suelos una bacteria (Streptomyces hygroscopicus) que produce una sustancia que evita el envejecimiento, llamada Sirolimus o rapamicina.

El efecto fue detectado ya en el 2009 al inyectarla en ratones, logrando sorprendentemente que el 38% de estos roedores retrasaran su envejecimiento. Este mismo fármaco, usado para contrarrestar el rechazo a trasplantes, acaba de ser probado como droga eficaz para revertir el envejecimiento que provoca la enfermedad Progeria o envejecimiento precoz.

En el envejecimiento y la muerte están involucrados genes y proteínas específicos. Los genes en las zonas terminales de los cromosomas (telómeros) o los genes del cromosoma 21, explican el envejecimiento temprano en los pacientes con S. de Down. Los genes de la muerte y el envejecimiento son demostrables al inyectar ADN de tomates podridos en frescos y constatar que éstos envejecen.

Rompiendo algunos mitos, se ha probado que la actividad física, el estilo de vida, los vicios, etc., tendrían que ver con la longevidad solo en un 70%, mientras que el 30% estaría determinado por genes; es decir, todos tenemos genes para envejecer y morir, pero estos se manifiestan en algunas personas más rápido que en otras.

Desde el punto de vista biológico, ante los esfuerzos que la ciencia hace por encontrar los genes del envejecimiento y la muerte, estos dos fenómenos son necesarios para la renovación de las generaciones y el mantenimiento de la especie. Tarde o temprano envejecemos y morimos y genéticamente, ese es nuestro destino.

La vida proporciona la oportunidad de intercambiar material genético entre individuos y la reproducción lo asegura; el vigor de la especie está en el intercambio de genes y mientras más variedad exista, más oportunidades de adaptarse al medio cambiante tiene el individuo. La muerte asegura la renovación de los individuos, así como la recirculación genética y la perpetuidad o inmortalidad en el tiempo genético.

Podremos vencer al envejecimiento pero no a la muerte. Los seres vivos al ser parte del universo, al ser polvo de estrellas, proyectamos nuestra infinitud material en la transmisión genética.

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