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El Telégrafo

Iniquidad

14 de julio de 2012 - 00:00

El 20% de la población mundial consume el 80% de los recursos naturales. Esta iniquidad establece el consumo exagerado de recursos y energía para sus industrias por los denominados países desarrollados, con la consecuente contaminación ambiental causante de los cambios climáticos con severos impactos en el medio ambiente planetarios y particularmente en las poblaciones vulnerables de los países subdesarrollados, que como cruel paradoja son los que proveen de los recursos para el descontrolado y despilfarrador estilo de vida de los países ricos.

Esta situación ha tenido un largo período de maduración desde su origen en la segunda mitad del siglo XVIII, en Inglaterra, con la llamada Revolución Industrial, basada en la excesiva utilización de combustibles fósiles, altamente contaminantes, como son el carbón y el petróleo.

El desarrollo industrial consumista de recursos tiene como patrón el lucro y la competencia del mercado de sus productos, modificando el estilo de vida en la sociedad de estos países, cuyo ejemplo derrochador no fue ajeno a los estratos cupulares de sus  clientes en los países en desarrollo volviéndose consumidores de productos que no representan las externalidades, valores reales de los recursos humanos y naturales empleados para obtenerlos. Se calcula que los productos de consumo no duran más de seis meses sin que se conviertan en desechables (30.000 litros de agua se necesitan para fabricar una pantalla de ordenador).

La propuesta de un modelo alternativo de crecimiento para el desarrollo de los países pobres, hacia una economía verde, no ha tenido mayores progresos ni se ha evidenciado la colaboración de los países desarrollados para financiar estas propuestas. Solo cinco países están cumpliendo el compromiso de la aplicación del aporte del 0,7 del Producto Interno Bruto (PIB) para estos programas de apoyo.

En el Fórum de San Pablo, celebrado en estos días en Caracas, se propuso por parte del delegado chileno evaluar los recursos naturales depredados en los países en desarrollo como contraparte de la deuda financiera mantenida  con los países ricos en una especie de “diente por diente”.

Esto permite destacar la coherencia y bondad de la propuesta inédita del Ecuador: Yasuní – ITT, presentada en la Cumbre Río+20, que propone el intercambio de beneficios financieros por beneficios ambientales, manteniéndose como una de las propuestas más lúcidas y civilizadas elaborada para el control de la contaminación ambiental.

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