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El Telégrafo

Indignados

25 de mayo de 2011 - 00:00

Ocurre en España y en casi todo el mundo: crece la inconformidad con el modelo hegemónico. Ese modelo, además, crea perversamente víctimas y victimarios por la incapacidad de arroparse a otros paradigmas bajo el falso augurio de volver al socialismo soviético y no al que se va configurando desde otras doctrinas, como la del Buen Vivir.

El sustantivo indignados adquiere vigor con solo deconstruirlo en su esencialidad: la dignidad de las personas no tiene precio ni la define el mercado ni los intereses imperiales de ciertos países. Si nos afectan la dignidad a base de imposiciones y soluciones letales, la indignación va a superar los niveles de protesta para pasar a acciones políticas. Y España ha dado la prueba: un gobierno llamado socialista, tomando medidas conservadoras, para no hacer lo que le corresponde, indigna y ofende. Cierto que lo hace para afrontar la crisis, pero la gestión de la crisis resultó peor que ella misma.

Las expresiones en las plazas españolas revelan que el modelo neoliberal no ofrece salidas dignas a los verdaderos problemas de la gente, porque priman los intereses empresariales, las leyes del mercado, la garantía de las transnacionales y las convenciones de los grandes poderes, legitimadas en las famosas cumbres del G8 y otros ges.
Y también es cierto que esa indignación afecta y toca a la izquierda europea en general. Sumida en la peor de sus crisis políticas y de representación, la izquierda no ha sido capaz de colocar en el debate salidas y propuestas ingeniosas, creativas, radicales y solventes para darle al mundo una oportunidad para pensar en el bienestar de la mayoría de la gente.

Incluso, el jefe de Gobierno español, Rodríguez Zapatero, se ha constituido, lamentablemente, en el símbolo de la inviabilidad de la propuesta socialdemócrata cuando no rompe ni destruye la esencia de la crisis: el modelo económico afincado en el mercado como el gran regulador de la economía mundial, dejando de lado la equidad y la distribución de la riqueza. Esa propuesta socialdemócrata, en la práctica, oculta sus verdaderos fundamentos capitalistas y sostiene el sistema que edifica el injusto “equilibrio” entre las naciones.

Por eso los resultados de las elecciones municipales de España, aunque en las cifras haya ganado el conservador Partido Popular, es un rechazo a las dos corrientes que fomentaron la crisis y las respuestas a la misma que agravaron la situación de los más pobres de ese país, entre ellos los más jóvenes y las centenas de migrantes que ahora habitan allí.

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