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El Telégrafo
Antonio Quezada Pavón

Incertidumbre política y las empresas

28 de febrero de 2019 - 00:00

Las firmas están enfrentando situaciones sociales y políticas que imponen muchos retos en sus respectivos mercados que les obliga a adaptarse a nuevas realidades de inversión, planes de crecimiento y localización de recursos para manejar la incertidumbre política actual. Esto tiene un tremendo impacto en las condiciones económicas, en los costos de los insumos (mano de obra y materiales), así como en el comportamiento del consumidor. Pero más que nada, amenaza la continuidad de los negocios, que es la habilidad que tienen las compañías para manejar sus actividades diarias. Tan es así que muchas operaciones pueden paralizarse si los bienes y servicios no pueden atravesar las fronteras con facilidad.

Esto nos lleva a pensar cómo las empresas deberían reestructurar sus operaciones en los casos de extrema incertidumbre. Primero se requiere evaluar el alcance de la incertidumbre: ¿es limitado a las condiciones económicas? Que es el resultado de la falta de competitividad de la empresa debido a la variación de los costos de los insumos y de la productividad. O es una incertidumbre extrema que amenaza seriamente la continuidad de los negocios. Esta diferenciación depende de la rama de negocio y de la estructura de la firma. Pero estratégicamente debemos considerar también la naturaleza de los mercados en los que actuamos. ¿Qué tan sólidos somos en mercados estables o en unos crecientes? Para lo cual analizamos la participación de mercado. Siempre hay la tendencia de emigrar empresarialmente cuando la economía tiene problemas. Y no necesariamente es la solución. Y no tiene nada que ver con la internacionalización formal.

En incertidumbre, la estrategia que se impone es “esperar y mirar qué pasa” para ver cuáles estrategias sobreviven el desorden del entorno. Pero si la confianza decrece totalmente y pone en peligro el negocio en sí mismo, el cuidado de la liquidez es un imperativo y el mantener la presencia en los mercados declinantes es muy necesario. Hay que salvar lo que se pueda y manejar las ventas que declinan. 

Es evidente que esto consume las reservas de efectivo para compensar la rentabilidad que cae y en lo posible evitar la venta de los activos que serán indispensables para cuando la crisis termine. Paradójicamente, los negocios que sobrevivan serán aquellos que creen certeza por sí mismos, siguiendo un camino que se visualice según se avanza. (O)  

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