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El Telégrafo
Christian Gallo

“Il Pentito”

10 de enero de 2022 - 00:00

10 de febrero de 1986. Italia, por primera vez en su historia, tiene tras las rejas a una de las mayores estructuras criminales de toda Europa. Nunca, en ninguna parte del mundo, habían sido juzgados tantos sujetos vinculados a la mafia al mismo tiempo.

El “Maxiprocesso”, nombre que se dio al macro juicio que tuvo lugar en Palermo en la década de los ochenta, sigue siendo a día de hoy un hito en el combate contra la delincuencia organizada. La labor del juez Giovanni Falcone, treinta y cinco años después, adquiere como nunca el calificativo de titánica e incluso de temeraria. Nadie se había atrevido a golpear a la mafia con tanta contundencia como hasta ese entonces. Lamentablemente, la historia no iba a concluir de la mejor forma para los buenos. Sin embargo, no nos adelantemos, más bien vayamos un poco antes: ¿cómo fue posible que un grupo de funcionarios estatales lograse atrapar a la mayoría de los integrantes de la “Cosa Nostra” (la agrupación criminal más antigua de toda Europa)?

Si queremos analizar un poco el trasfondo del asunto, deberemos decir que la Cosa Nostra al tiempo en que sucedió todo esto, no era lo que históricamente “había sido”. La llegada del narcotráfico como el principal giro del negocio, había multiplicado los ingresos otrora obtenidos de los delitos comunes (tales como el contrabando, el robo, la extorsión y el secuestro), pero así también había agudizado reyertas y luchas intestinas que habían proliferado desde el asesinato de Calcedonio di Pisa, uno de los principales capos sicilianos, en 1962. Así, los “Corleonesi”, facción integrada por mafiosos naturales del pueblo de Corleone, se enfrentaban con la facción “clásica”, integrada por grupos mafiosos tradicionales históricamente asentados en la ciudad de Palermo. De esta forma, ambas facciones se disputaban el control de la “Comisión de la mafia siciliana”. 

Aún cuando se había llegado a una tregua entre las facciones a inicios de los ochenta, la misma se rompió con el asesinato de Stefano Bontate, uno de los principales capos palermitanos (de quien se dice incluso tenía vínculos directos con el entonces presidente, Giulio Andreotti) a mano de los Corleonesi. La muerte de Bontate fue el inicio de la caída de la facción palermitana y con ella, el auge del reinado de terror de los Corleonesi, quienes se destacaban por ser particularmente sanguinarios y violentos. El problema, no obstante, radicó en que la violencia de los Corleonesi no solo se restringía a aquellos relacionados con la mafia, sino que se extendía también a las familias de sus enemigos e incluso a terceros que nada tenían que ver con el conflicto. Así, numerosas vidas de niños, mujeres y ancianos se vieron cegadas en esa lucha sinsentido por el dominio de la Cosa Nostra. 

En este contexto, los viejos conceptos de la mafia tales como el de “hombres de honor” habían quedado abandonados y con ello se ponía en riesgo también la principal garantía que hasta entonces permitía que la mafia exista y prolifere desde el S. XVIII: la omertà. La omertà no es sino el pacto de silencio mantenido entre “los hombres de honor” que integran los grupos mafiosos y que garantiza, por tanto, que ninguna persona ajena a estos círculos pueda tener conocimiento de las actividades delictivas. El castigo por romper este pacto, es la muerte. 

Así, lo sucedido en esta guerra había ocasionado que varios miembros de los grupos mafiosos, desilusionados por el abandono de los “principios” clásicos, considerasen por primera vez el romper la omertà: es decir, hablar de las actividades delictivas de la mafia y delatar a sus adversarios, para beneficiarse de alguna forma ante la ley. Es así como surge la figura del “pentito” o “arrepentido” que no es sino aquel que, tras ser procesado por la justicia, decide colaborar con esta en sus investigaciones a fin de obtener algún tipo de beneficio de orden penológico. La figura del pentito es la base para lo que después se conocerá como colaborador de la justicia o cooperador eficaz, figuras base dentro del denominado Derecho penal premial (aquel que trabaja desde la perspectiva de los beneficios).

En el caso en particular, el primer pentito que rompió con la omertà fue Tomasso Buscetta, integrante de la Cosa Nostra, que, perseguido por los Corleonesi, había perdido a dos hijos y varios familiares en manos de estos. Cansado del acoso y persuadido por Falcone, accedió entonces a revelar en una amplísima declaración, todos los detalles detrás de la mafia siciliana. Su testimonio fue clave dentro del macro juicio que se llevó contra 476 imputados y del cual se obtuvo la condena de 360 procesados. 

Sin embargo, como decíamos en un inicio, la historia no tiene un final feliz. Buscetta, le había dicho a Falcone antes de iniciar su declaración que creía firmemente que el Estado italiano no quería luchar contra la mafia y que luego del proceso ambos iban a volverse célebres pero que la Cosa Nostra no olvida y que, por tanto, iban a tratar de destruirlos tanto profesionalmente como físicamente, pues la mafia se encontraba enquistada en el Estado. 

A pesar la advertencia, Falcone, con ese ideal de justicia, rectitud y honestidad que lo llevó tan lejos, prosiguió y consiguió el golpe más grande a la mafia. Sin embargo, su trabajo resultó molesto a los ojos de quienes ostentaban el poder en aquel momento. Tal como había advertido Buscetta, primero intentaron destruirlo profesionalmente y aunque no lo lograron, finalmente lo aniquilaron físicamente: Falcone moría un 23 de mayo de 1992 luego de que su vehículo fue alcanzado por la detonación de quinientos kilos de explosivo que habían sido colocados en la carretera a la espera de su paso por ella. 

Hay quienes dicen que Falcone y Buscetta alguna vez comentaron que no tenían tanto miedo de la mafia como del Estado. Años después, convencido de continuar con lo iniciado por Falcone, Buscetta se animó a hablar de los vínculos políticos de la mafia y el primer en ser nombrado fue Andreotti. Sin embargo, y como era de prever, las cosas no terminaron bien para Buscetta, por cuanto el interés de la lucha antimafia se había esfumado y los poderes fácticos y políticos hicieron todo por silenciarlo. 

Así las cosas, querido lector ¿qué opina del presente relato? ¿Acaso le resulta familiar? Quizá y como dice Manuel Tori, la mafia no es un concepto intrínsecamente italiano sino intrínsecamente humano. La deshonestidad y el silencio son sus características y la violencia quizá solo un plus. ¿Qué podemos hacer entonces? Rogar por más jueces como Falcone y más arrepentidos como Buscetta. 

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