Hoy Ecuador tiene evidente visibilidad internacional. Es un país del que se habla, al que se discute, sobre el cual se informa. Se puede estar en favor o en contra de sus actuales autoridades, pero no se puede ser indiferentes frente a él. Ha alcanzado presencia y notoriedad de peso continental, con ecos más allá del océano.
Ecuador es un país relativamente pequeño, con alta densidad poblacional, pero de cualquier modo escasamente habitado en términos absolutos, si se lo compara con otros países sudamericanos. Es también un país que ha tenido una economía fundamentalmente extractiva, ligada al banano y al petróleo, que no puede compararse a países con alto desarrollo tecnológico en la región, como México o Brasil. Todo ello hizo que, históricamente, Ecuador fuera un país poco referido en la prensa internacional, parcialmente ausente de los cables y los noticieros continentales.
Ya no es así. La Constituyente, los movimientos sociales cercanos al Gobierno o enfrentados con él, las discusiones con los medios nacionales por parte del Gobierno, una política internacional activa y en consonancia con lo que sucede en Brasil, Bolivia o Argentina, han hecho de Ecuador un factor de peso internacional, una experiencia social y política digna de interés y de mención.
El presidente Correa es conocido por la mayoría de los ciudadanos de Sudamérica; su fisonomía cruza titulares y portadas de diarios y revistas de análisis político. Su singular capacidad de liderazgo y su reconocida aptitud para la polémica lo han convertido en un referente a nivel de los proyectos políticos que se desarrollan en el subcontinente.
Esta es una perspectiva que quizá no sea muy evidente para quienes viven en Ecuador, pero es muy notoria
para quienes no habitan allí. Hoy el país es reconocido y referido, y remite a apasionadas discusiones sobre qué modelo económico y social se requiere en Latinoamérica. Y eso es un salto monumental en favor de la presencia ecuatoriana en el mundo, el cual se ha dado desde la existencia del gobierno de Rafael Correa.
