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El Telégrafo

¿Hay razones para alegrarse de vivir?

27 de septiembre de 2012 - 00:00

“El optimismo racional: cómo la prosperidad evoluciona” es el libro del escritor científico británico  Matt Ridley, quien afirma que “el mundo actual jamás había sido un mejor lugar para vivir y va a seguir mejorando”. Puesto que habitamos un planeta agobiado por la crisis económica, la pobreza, las enfermedades y los conflictos armados, esas palabras nos ofenden y provocan reacciones negativas. Algunos críticos de Ridley lo acusan de ser un “negacionista, cínico y manipulador de la verdad” por sus opiniones acerca del cambio climático y del mercado libre. Sus ideas son un contrapunto al pesimismo reinante de nuestra época y prueban, sin embargo, lo mucho que nos gusta pensar que las cosas no están mejorando.

Hace 10.000 años éramos menos de 10 millones de personas en el planeta. Ahora somos 6 mil millones, de los cuales 99% estamos mejor alimentados, con mejores viviendas, más entretenidos y mejor protegidos contra las enfermedades que nuestros ancestros de la Edad de Piedra. La disponibilidad de cualquier cosa que un ser humano desee o necesite ha ido incrementándose en forma errática  durante los diez pasados milenios y rápidamente se ha acelerado en los últimos 200 años. Hay novedades como las calorías, vitaminas, agua limpia, máquinas, privacidad, los medios para viajar más rápido de lo que podemos correr y la habilidad para comunicarse a más largas distancias de lo que podemos gritar.

En forma muy extraña, mientras más cosas mejoran de lo que eran antes,  sin embargo la gente se aferra a la creencia de que el futuro será desastroso. En su original libro, Matt Ridley  expone una sorprendente y simple respuesta a cómo progresan los seres humanos, argumentando que los seres humanos progresamos cuando comerciamos y que la única forma productiva de comerciar es cuando confiamos unos con otros. Este optimismo racional da a la economía lo que el genoma dio a la investigación biológica y demuestra que la solución a nuestros problemas reales o imaginarios es continuar haciendo lo que hemos hecho los pasados diez milenios: evolucionar.

Las razones que Ridley esgrime para alegrarse de vivir en este tiempo son muy simples y categóricas. Estamos mejor que hace 50 años: ganamos tres veces más en promedio, ingerimos tres veces más calorías, 66% menos de mortalidad infantil y vivimos un tercio de tiempo más. La vida urbana es benéfica: ocupamos menos espacio y consumimos menos energía que en el campo; las ciudades albergan a la mitad de la población mundial. La pobreza se va abatiendo: si es cierto que los ricos se vuelven más ricos, pero a los pobres les va aún mejor. Tomemos el ejemplo de China, que en 20 años son 10 veces más ricos y viven 25 años más y en Nigeria son dos veces más ricos y viven 9 años más. Las cosas básicas cuestan menos: es la razón por la cual hoy seamos más ricos, sanos, altos, inteligentes, longevos y libres que nunca antes.

Comprar fomenta la innovación: a pesar de que muchas personan todavía viven en la pobreza extrema, la generación actual tiene acceso a mayor cantidad de bienes y servicios. El comercio global enriquece la vida: la afeitadora de la mañana es china, el trigo para la harina del pan es canadiense, la leche probablemente neozelandesa, la ropa con algodón de la India y así por el estilo. Más producción agrícola = zonas de bosque recuperadas: si bien desde 1900 la población mundial ha crecido cuatro veces, las zonas de cultivo crecieron en un 30% y las cosechas en 600%; más de 800.000 millones de hectáreas de bosque tropical secundario están volviendo a crecer. Los buenos tiempos de antes no lo fueron tanto: tal vez sí para los ricos que sienten nostalgia por la sencillez, tranquilidad, sociabilidad y espiritualidad que se han perdido.

El crecimiento demográfico no es una amenaza: la población sigue aumentando, pero su tasa de crecimiento lleva 50 años en descenso. El petróleo no se está acabando: en 1970 había una reserva de 500.000 millones de barriles, pero hasta 1990 se habían consumido 600.000 millones de barriles y en su lugar las reservas aumentaron a 900.000 millones de barriles, sin contar con las arenas de alquitrán y la pizarra bituminosa que contienen 20 veces más que las reservas probadas de Arabia Saudita.

Y desde el punto de vista tecnológico, la generación actual es la más afortunada. Las grandes invenciones e ideas siguen generándose. Por otra parte, la incidencia de las tormentas y huracanes ha disminuido. Es verdad que sí podemos resolver todos nuestros problemas, muchas veces modificando nuestros comportamientos. Finalmente, los optimistas tienen razón: por más de dos siglos los pesimistas acaparan los titulares de los diarios, pero los optimistas han tenido razón muchas más veces que ellos. No sé si Matt Ridley es un muy lúcido genio o simplemente un loco, pero no hay duda de que me inspira un profundo optimismo y alegría de vivir en esta época.

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