No cabe dudas sobre los logros de los trabajadores, determinados en la Ley de Justicia Laboral. Parte de la Revolución del Trabajo es la modernización del IESS, que incorpora el subsidio estatal, que puede llegar al 100%, frente a eventuales déficits para el financiamiento de las pensiones por jubilación y otros, así como la incorporación de nuevos sectores de población, como el millón y medio de amas de casa, cuyos aportes tendrán subsidio estatal diverso e inmediato; el fortalecimiento y ampliación del Seguro Social Campesino; la democratización en las organizaciones sindicales y la estabilidad laboral.
Esto y más pretenden distorsionar con fines politiqueros algunos dirigentes, hoy evidentemente apoyados si no conducidos por banqueros y otros sectores de derecha, en franca oposición al gobierno y a la RC. Los trabajadores organizados, que reforzarán sus colectivos en función de sus intereses, son garantía para consolidar cambios y emprender nuevas reformas por los supremos intereses del pueblo en su conjunto y los de la Patria, siendo una necesidad histórica el diálogo y la coordinación para la acción en beneficio mutuo con las organizaciones políticas y el gobierno.
El 1 de mayo masivamente se gritó a viva voz que el gobierno de la RC es de los trabajadores y se proclamó, como parte vital de su agenda, la Revolución del Trabajador. Es una verdad irrefutable ¡No hay revolución sin el apoyo de los trabajadores de la ciudad y del campo!; por tanto, se debe actuar en consecuencia, recordando siempre que ¡el pueblo unido jamás será vencido!, como se proclamó una y otra vez en calles y plazas ese mismo día.
Hay que tener presente que toda revolución, cuando es verdadera, provoca reacciones en contrario; es lo que ha ocurrido en el Ecuador, sobre todo desde el fracasado 30-S, claro intento de golpe de Estado; y es lo que ocurre con la acción política diaria del viejo poder oligárquico, y uno que otro dirigente sindical, indígena, ex oficiales de la fuerza pública; algunos, con seguridad, a las órdenes de la CIA. La hipócrita y lastimera posición de dirigentes de poderosos gremios empresariales, candidatos fracasados y rezagos de la partidocracia, buscan mostrar un supuesto apoyo a los trabajadores y al IESS. La gente sabe que sus gobiernos lo asaltaron y saquearon.
Está claro que sus verdaderos alcances son la desestabilización del gobierno; hay un desenfreno golpista en muchos, que se hizo evidente en la marcha reciente. Ahora, cuentan también con el apoyo de los propietarios de grandes medios de prensa, que despotrican a diestra y siniestra, aunque restringida está su acción libertina por la Ley de Comunicación vigente. Sus verdades a medias, su práctica de ocultar la verdad de los hechos y desinformar en forma amañada, al igual que en otros países y en todos los tiempos, ha tenido el objetivo de apoyar dictaduras sangrientas impuestas por la CIA, a multinacionales depredadoras, chulqueros internacionales, atracadores de fondos públicos; han buscado sabotear gobiernos revolucionarios y progresistas.
Su voz, su palabra, ha buscado siempre tergiversar la verdad para beneficiar al poder económico dominante del que forman parte; es el caso de la Asociación Internacional de Periódicos y Empresas de Publicidad que recordando el Día Mundial de la Libertad de Prensa promocionaron y perversamente, lo que provocó un masivo rechazo, a figuras de talla internacional como Nelson Mandela, M. Gandhi, Martin Luther King, Leonidas Proaño, Tránsito Amaguaña, José Mujica, que han tenido una acción y pensamiento revolucionario, y son bandera de lucha de los pueblos, justamente en repudio a las élites y a las mafias que impiden su libertad y progreso. (O)
