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El Telégrafo
Maximiliano Pedranzini. Ensayista argentino

El G-20 o la teleodicea del capitalismo global (1)

19 de diciembre de 2018 - 00:00

Como empezó, terminó. El G-20 realizado hace algunos días en la Ciudad de Buenos Aires, fue la puesta en escena de una gran ilusión. Una farsa que intentó disimular la realidad de un mundo cuya riqueza sigue concentrada en pocas manos y que no está precisamente representada por los mandatarios de 20 naciones a los que el poder real ni siquiera les pertenece.

Francia y Argentina son ejemplos de dos espejos que reflejan realidades diametralmente opuestas: la de la resistencia combativa que impidió un aumento colosal en los precios de los combustibles; y la de la subsistencia o el escalofriante quietismo de una sociedad que sigue apostando a la gobernabilidad y a que la hemorragia se detendrá cuando llegue el momento de elegir nuevos gobernantes. A esto se lo llamaría “servidumbre voluntaria”. Mientras tanto, la ilusión se apoderó por dos días de la capital argentina. Una ilusión a la que llamaremos “teleodicea”. Un concepto filosófico para definir una de las tantas ficciones a la que nos tiene acostumbrado el capitalismo. Veamos.

El filósofo alemán Max Weber sostuvo que los dominantes necesitan una “teodicea de sus privilegios”, es decir, una justificación teórica de que son una clase privilegiada (ethos de clase). Nosotros, siguiendo la notable definición del maestro de Erfurt, decimos teleodicea, que toma la palabra griega “telos” que significa “fines”. A simple vista parece que el concepto hiciera alusión a alguna lógica mediática. Y algo de eso tiene. Ergo, la teleodicea es la justificación teórica, política e ideológica de los fines que tiene el capitalismo, hoy, bajo el nombre de Cumbre del G-20.

¿Cuáles son esos fines? ¿Qué hay detrás de ellos? A ciencia cierta no lo sabemos. Están los que emanan de la discursividad de lo “políticamente correcto” y los que se redactan en cuartos cerrados con cláusulas secretas, desde renegociaciones de deuda con el FMI hasta un plan de inversiones centrado en un agresivo esquema de privatizaciones. Nosotros, como conocemos el espíritu del capitalismo, vamos a suponer lo peor. En suma, la dominación basada en la exclusión habita en el núcleo duro de esta teleodicea que es bien recibida por todos, incluso por los más progresistas del firmamento político mundial. (O)

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