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El Telégrafo
Mauricio Maldonado

Dos frases de los votos salvados

25 de junio de 2019 - 00:00

Un discípulo académico no puede limitarse a un mero copiar y pegar de los dichos de sus maestros (a veces es imperioso criticarlos). Ello no quita, obviamente, que por ellos guardemos cariño y respeto. Aquí me interesa hablar de dos frases de los votos salvados del profesor Salgado (han adherido los jueces Nuques, Corral y Herrería) en contra del matrimonio igualitario. Lo hago porque me ha sorprendido el “tono” innecesario de tales frases.

La primera puede ser calificada como un argumento ad verecundiam. Se trata de la nota al pie número 1, en donde el profesor dice: “Los argumentos jurídicos que sustento se fundamentan en mis conocimientos y experiencia (más de cincuenta años de constitucionalista, doce años de juez de la Corte IDH, de los cuales 3 de vicepresidente y 2 de presidente)”.

El profesor Salgado es, nadie lo duda, un hombre circunspecto. ¿Era necesario acudir a este argumento que nada tiene que ver con el fondo? Creo que no lo era. Y acaso esta sea una muestra de que, en este país, a menudo se aprecian más los argumentos por quien los profiere que por los argumentos mismos.

La segunda frase (de las notas al pie 2 y 3 de los votos salvados) dice: “El juez que piensa que sí cabe la interpretación porque la norma no incluyó la palabra ‘exclusivamente’ para referirse al hombre y mujer –en mi criterio– debe realizar un curso de hermenéutica constitucional y general”.

¿Era necesario referirse así a sus pares? Sugerir a los cinco jueces que retornen a las aulas a aprender “hermenéutica”, como si se tratase de una ciencia exacta de la búsqueda del santo grial de las “verdaderas interpretaciones”, como si esas mismas palabras –sumadas al mote fácil “el juez que piensa que sí cabe interpretación”– no sugirieran una posición hace tiempo superada, una concepción vetusta de la teoría de la interpretación.

Además, porque olvida que la palabra “exclusivamente” a menudo suele ser reconducida a la forma de los enunciados bicondicionales. Lo que, usando ciertos expedientes argumentativos (¡y para esto hubiese bastado leer dos libros citados en los propios votos salvados!), conduciría a conclusiones distintas respecto de un texto normativo en donde falte esta palabrita. ¿Cabría sugerir, entonces, al juez ponente y a los adherentes, que realicen un curso de lógica? No lo sé, algunos lo hallarían de mal gusto. (O)

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