Ecuador, 19 de Abril de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

Francisco, ¿el Papa para el cambio?

17 de marzo de 2013 - 00:00

Entrevistado recientemente por este diario, el fraile dominico brasileño Frei Betto sostuvo que la Iglesia no debería seguir teniendo el  esplendor imperial  heredado de Roma y Bizancio, “que no refleja para nada la figura de Jesús”, y que le gustaría que el Vaticano fuera entregado a la UNESCO como patrimonio, y que el Papa fuera a vivir en una casita en América Latina, donde vive la mayoría de los católicos. Es una utopía realizable  que comparto; aunque siendo el Papa, Obispo de Roma, podría vivir en una parroquia romana. El reportaje era sobre los “papables”; faltó que diera su opinión sobre lo anacrónico y hasta antievangélico de los cónclaves.

La historia es buena consejera. Entre los primeros seguidores de Jesús, un laico bautizado, soltero o casado, podía ser “papable”, y el  proceso para su elección era transparente, sin secretismos, el clero y el pueblo eran los electores.

Solo en el siglo XIII se introdujo el cónclave, cuando se decidió encerrar bajo llave a los cardenales para forzar la elección. El de 1268, cuando falleció  el Papa Clemente IV, pasó a la historia.  Los cardenales fueron a Viterbo para eludir las  presiones políticas externas, y las ambiciones de la aristocracia romana. Pasó un año de sede vacante y no había consenso. La autoridad de la ciudad hizo cerrar el palacio papal con los cardenales dentro. Por una abertura del tejado se les arrojaba la comida y bebida. El cónclave duró hasta 1271, cuando salió elegido Gregorio X.

Esta manera anacrónica de elegir al Papa adolece de muchos defectos,
como los que Jean Paul Richard enumera: sexismo, por excluir a la
mujer, hasta de ser electora como lo es canónicamente; clericalismo,
que margina a los laicos;  gerontocracia; cooptación,  no ser inclusivo ni participativo; en el cónclave no hay representación de las iglesias locales, de las conferencias episcopales, de las regiones. Aunque lo deseable, independientemente de su nacionalidad, es que se elija a un candidato lleno de vitalidad, de mente abierta, que no sea vitalicio, y que no le tiemble la mano para introducir las reformas estructurales que necesita la Iglesia para ser auténticamente evangélica.

Del nuevo cónclave ha surgido un Papa argentino. Honroso para Américan Latina y el  Caribe, pero lo significativo será que esté a la altura de las circunstancias en estos tiempos de crisis de la Iglesia, que requieren cambios radicales, siguiendo los pasos de San Francisco de Asís, reformador de la Iglesia de su tiempo, al servicio de los más pobres, en pos de Jesús.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media