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El Telégrafo
Tatiana Hidrovo Quiñónez

“Antes del fin”

13 de diciembre de 2018 - 00:00

Aquel hombre escribió un testamento espiritual desde su última soledad, camino al recinto de la muerte, envuelto en el desasosiego, sin enfermedad alguna que no fuera la conciencia plena de que todos los tiempos individuales se terminan y que el suyo había transcurrido en una de las épocas históricas globales más despreciables y horribles, carcomida por los gusanos de la técnica, el individualismo y la avaricia, que acabaron devorando el humanismo, la fe, la solidaridad, incluso los templos, los dioses y las utopías. Era el epílogo de un siglo “destrozado entre los delirios de la razón y la crueldad del acero”.

Iba a morir irremediablemente en un día más en el que “el poder, que en un principio parecía el mejor aliado del hombre, se preparaba para dar la última palada de tierra sobre la tumba de su colosal imperio”. Sus ojos se cerrarían en el segundo cotidiano en el que, como siempre, la inteligencia se pondría al servicio del odio y de la opresión. Pertenecía sin más remedio a aquella generación que dejaría un mundo de seres errantes, angustiados excluidos y sonámbulos, espejo de la desacralización del mundo y del humanismo.

Aquel sujeto, Antes del Fin, escribió recordando cuando en calidad de brillante físico y destacado profesor de la Universidad de La Plata, Argentina, escapó de la abstracción matemática convencido de que era un campo absolutamente artificial, que la cuantificación no resolvería la crisis civilizatoria y que los números habían sido convertidos en un lenguaje útil para las ficciones sobre la eficacia, la métrica del PIB y crecimiento económico. “Me voy -diría- porque el mundo que a todo se entregó para crecer económicamente, no puede albergar la humanidad”.

Poco antes de morir, convertido en pintor y escritor, el testamentario advirtió que padecemos la crisis de una civilización que deificó la técnica y la explotación del hombre, enfermó el cielo, la tierra, la naturaleza, y engendró cadáveres de un destiempo en el que los “valores ya no valen” y se perdió la noción de verdad.

El autor del Testamento Espiritual, recogido en su libro Antes del Fin (1999), fue Ernesto Sábato, quien vaticinó el desplome del orbe hiperdesarrollado con todos su siderántropos y tecnología, frente a lo cual propuso, aunque preso en el pesimismo, la insurgencia del anarcocristianismo, en alas del Nuevo Hombre, fundido en el arte, la solidaridad y el Absoluto. (O)  

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