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El Telégrafo
Cristina Burack

¿Fin de la glorificación del dictador?

27 de octubre de 2019 - 00:00

Es solo ahora, 44 años después de su muerte, que el gobernante español Francisco Franco finalmente obtiene el tipo de reconocimiento nacional que merece: el de un general militar que fue responsable del primer ataque aéreo deliberado contra civiles en Guernica (con ayuda de la Luftwaffe de Hitler) durante una guerra civil brutal y sangrienta entre 1936 y 1939; el de un verdugo que ejecutó a cientos de miles de oponentes, en lo que el historiador de España,

Paul Preston, denomina el “Holocausto español”; la de un dictador que aplastó la democracia en España en su mandato de 36 años.

La exhumación de Franco se ha retrasado en un país que nunca ha reconocido su pasado autoritario. Es vergonzoso que haya tardado tanto en retirar sus restos del mausoleo con cruces en el Valle de los Caídos, en las afueras de Madrid. Construido según su deseo, en gran parte con trabajadores forzados, para supuestamente honrar a los que cayeron durante la guerra civil, el sitio ha sido un lugar de reunión para los partidarios del fascismo y la extrema derecha. De ninguna manera es un lugar de reconciliación nacional. Solo ha sido un insulto para los españoles cuyos familiares fueron perseguidos por pensar diferente. En muchos casos, fueron fusilados y arrojados de forma anónima en fosas comunes.

La exhumación ha sido muy controvertida. Los descendientes de Franco intentaron detenerla a través de los tribunales, mientras que políticos conservadores argumentaban que remover el pasado solo abrirá nuevas heridas. Ese argumento es un legado de la transición de España a la democracia, después de la muerte de Franco en 1975.

Sus partidarios y opositores acordaron el llamado Pacto del Olvido, que incluía una amnistía política general para aquellos que cometieron crímenes en masa.

Si bien la transición de España a la democracia fue elogiada, el resultado del pacto a largo plazo fue afianzar una profunda división social que hizo aceptable la simpatía autoritaria. La exhumación finalmente lleva a España como Estado a un punto en el que oficialmente rechaza por completo el legado de Franco. No es un proceso agradable, pero es necesario. La era de Franco se acabó. (O) * Tomado de DW

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