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El Telégrafo
Werner Vásquez Von Schoettler

El falso consenso neoliberal

05 de septiembre de 2018 - 00:00

El nuevo giro neoliberal que se vive en América Latina y sus brutales consecuencias, tiene como base un falso consenso social construido a partir de que lo vivido con el progresismo fue un “atentado a la democracia, a la participación y a las libertades”. Es claro que todo proyecto político que busca la equidad y la igualdad comete errores y que la corrupción, venga de donde venga, es inaceptable. Pero otra cosa es construir discursos, narrativas y una hiperrealidad donde la misma realidad es la propia corrupción. Donde hace que todos seamos corrompibles por definición, siendo la base moral del neoliberalismo, una crítica moralizante a la condición social de las personas. El falso consenso no es algo que se construye juntando a los ricos y poderosos, sino que es un proyecto que se afinca en las creencias, valores, pero sobre todo en las opiniones y comentarios cotidianos. Es así que las corporaciones mediáticas, los partidos mediáticos, abiertamente disputan su elector-consumidor. A la vez que modelan sus sentimientos y percepciones sobre la “realidad”, a la vez, definen el tipo de elector para el tipo de democracia que las élites requieren, no solamente para los ámbitos de los Estados Naciones, sino para regiones enteras en el mundo. Basta observar cómo las redes sociales digitales definen los campos de las opiniones y puntos de vista de sus usuarios, haciendo de ellos la plastilina para la recreación de escenarios de miedo y terror. Basta observar los casos de xenofobia desde un criollismo ridículo. Pero también los casos donde el enemigo es el Estado: todo contra él y sus funcionarios. El consenso de respirar mayor libertad se torna en una cachetada cuando se pierde el control de la economía, como en el caso de Argentina, o se evangeliza el poder político de las instituciones como en Brasil. Es un combate casi entre Dios y el Diablo. Y desde ahí se construyen unos valores culturales populares, de clase, que sirven para la defensa moral de las posesiones: por ejemplo, la resistencia a aceptar el derecho al aborto legal. Entonces menos Estado, más libertad, claro, hasta que se acaben los dólares y su mentalidad dolarizada. El falso consenso se sustenta, también, en un falso nacionalismo, en una falsa Patria. Lo que sí es real es el hambre por comerse el Estado y dejar a los ciudadanos como clientes electores con deflación como ocurre en el Ecuador o con inflación como ocurre en Argentina. (O)

 

 

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