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El Telégrafo

Facundo Cabral

12 de julio de 2011 - 00:00

Más allá de la consternación que me produjo el asesinato de Facundo Cabral está mi gratitud con el hombre que nunca conocí pero que fue,  como dice mi amiga Olga, “fuente de inspiración y maestro de vida”.

¿Lo conocí? No y sí. No, porque jamás lo vi fuera de un escenario, ni tomé café con él o me lo crucé en la calle; pero sí, porque puedo decir más cosas de su pensamiento de las que podría decir de muchos de mis amigos. El cantor, el poeta, el juglar, el hombre que amaba a Dios, me las contó en sus canciones, mezcla de amor, vida y respeto por el ser humano.

Decía que no le gustaba hablar con políticos, que él era “de otro barrio” y que se consideraba “presumido”, ya que solo le gustaba hablar con filósofos y poetas. Cuando comenzó a hacerse famoso como cantante de protesta, la gente pensaba que era “zurdo” porque también hablaba del ser humano, de los pobres y de la injusticia. Pero Facundo Cabral no era hombre de ideologías, era un humanista; así que los sistemas de seguridad que le vigilaban pronto perdieron el interés.  Contaba con gracia que, un día,  estos se dieron cuenta de que “no era peligroso, porque la mayoría de la gente no quería saber nada con vivir mejor, luego, él no había cambiado la vida de nadie”. ­

Entre una cosa y otra, logró hacerse un hombre libre y sin doctrina, que simplemente amaba a Dios por encima de todo, no acumulaba posesiones y a quien ya nadie esperaba. Cabral decía que no tenía compromisos con la patria, con la religión o con ideologías políticas, en las que tampoco creía, mientras que sí creía en “la multidireccionalidad, como los antiguos, que llamaban sabios a los hombres que sabían un poco de todo, a los que se interesaban en todo”.

Creo que a mi madre, fanática del cultivo del intelecto, no le gustaría saber que me habría gustado parecerme a Sara, la madre del poeta, “aquella que cada vez que estaba por aprender algo, llegaba la felicidad y la distraía”, la que “nunca usó agenda, porque solo hacía lo que amaba y eso se lo recordaba el corazón”, y es que Sara… “se dedicó a vivir y nunca le quedó tiempo para otra cosa”. Por ello el cantor decía que debemos estar atentos al momento que vivimos -que es lo más real y todo lo que hay- y así no habrá lugar a deprimirnos porque la “depresión es distracción”.

Cuando me dijeron: “¿Te imaginas que le dispararon varias veces?”, solo atiné a decir:  “Sí, me lo imagino”, pero también recordé  haberle oído que estaba preparado para irse. Paz en tu tumba Facundo Cabral, hombre libre e hijo de Sara, mujer feliz.

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