Los mendigos aparecen por todas partes, en épocas navideñas y no navideñas. Forman parte del paisaje humano. Si bien han disminuido los mendigos locales, los extranjeros con mujeres, niños hambrientos y cartones delatan un problema sin solución a la vista.
La mendicidad forma parte de un modelo perverso de trata de personas y, curiosamente, de exportación de capillos –perdón, capitales- a otros países que son millonarios por las reservas de petróleo y mendigos ante las grandes potencias y organismos internacionales de crédito. ¿Nuevo coloniaje económico?
La reflexión anterior es a propósito de la cercanía de Navidad –fiesta religiosa ganada por los centros comerciales- que recuerda el nacimiento de Cristo y prepara, a la par, la llegada de un hombre gordiflón, vestido de rojo, que regala felicidad a cambio de dólares y dolores, en una mixtificación cultural que integra lo religioso y lo pagano, gracias a la nueva diosa: ¡la tarjeta de crédito!
La mendicidad, vista así tiene dos caras: ya no es solo la que se ve en calles y parques urbanos. También hay Estados mendigos, los de la periferia, que buscan recursos en países grandes, obesos y ricos quienes ofrecen dinero al chulco, en cantidades inimaginables e hipotecan la esperanza de los pueblos, con el visto bueno de una comunidad internacional que ha globalizado la pobreza.
Parece necesario repetir la historia muchas veces contada sobre la cantidad de dólares que debería traer al brazo cada criatura que nace para pagar la deuda eterna contraída por los administradores de bienes ajenos, que no dan cuenta a nadie.
Un mundo sin deuda y sin pobres es otra utopía. A los ciudadanos –y no solamente a los líderes- nos convoca un nuevo orden mundial, donde hombres y mujeres tengamos acceso a la salud, a la educación y al trabajo. Y que la maquinaria de producir dinero se doblegue ante la urgencia de construir un mundo diferente, que respeta la naturaleza y los seres humanos.
Y un nuevo Estado solidario con la unión soberana de los Estados mendigos. ¿O esperamos la revolución universal de los desempleados? (O)
