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El Telégrafo

Es que…

11 de diciembre de 2011 - 00:00

Con estas dos pequeñas palabras puestas como título, a menudo intentamos justificar comportamientos equivocados propios o de terceros, queriendo con ello calmar un reclamo o sellar una crítica. Lo negativo de esta práctica, no es precisamente la culminación de una discusión que, puede ser –en ciertos casos- carente de mayor importancia, sino la pérdida paulatina de la capacidad de análisis o juicio que deberíamos cultivar en nuestra constante búsqueda de objetividad.

Las relaciones humanas suelen ser muy complejas y nuestra imperfecta naturaleza nos lleva a cometer frecuentes errores e injusticias con nuestros semejantes; aceptar esta realidad es el primer paso para mejorar, pues, así como no se limpia una sala metiendo la basura bajo la alfombra, tampoco se solucionan las cosas ignorándolas o justificándolas con ligereza. Por ello es necesario ser objetivos y frontales, sea que se trate de problemas personales, familiares o relacionados con nuestro entorno social o laboral.

Una actitud despierta y dinámica para medir los acontecimientos que nos rodean, hará que incrementemos también nuestras posibilidades de solucionar los conflictos que surjan, evitar caer en engaños o manipulaciones e incrementar nuestra sabiduría, marcando distancias respecto a viejos comportamientos de indiferencia y resignación.

“Examinadlo todo”, recomendaba el apóstol Pablo en una de sus cartas a los tesalonicenses, exhortándolos a actuar con juicio, en uso adecuado del raciocinio, un don que Dios nos ha dado, a diferencia del resto de la creación, siendo, además, una práctica positiva reconocida por la gnoseología. En contraste, muchos se confunden con el mandamiento de “no juzgar para no ser juzgados”, lo cual se refiere a una actitud condenatoria.

Pero, la frase “es que” tiene, además, una connotación de simpleza y apresuramiento que empobrece el intelecto y niega la posibilidad de alcanzar la verdad, como un hombre atrapado en una alcantarilla al que se le vendan los ojos para que no vea su realidad. Así, quien abusa del “es que” no está dispuesto a escuchar los puntos de vista ajenos, pues con su frase está echando tierra a cualquier disentimiento.

La moderna ciencia del Pensamiento Crítico nos brinda la oportunidad de ahondar en el conocimiento de las falacias que solemos aceptar como verdades, algunas de las cuales son utilizadas premeditadamente por quienes tienen el objeto de engañar; así, valiéndonos de la ciencia y la razón, podemos arrancar de raíz la perniciosa costumbre del “es que”.

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