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El Telégrafo
Nils Castro

Erradicar todos los vicios

03 de agosto de 2018 - 00:00

No somos débiles. Pese al reflujo de la ola que a inicios de siglo deparó 15 años de gobiernos progresistas, es falso que terminó un supuesto ciclo. Los pueblos no son máquinas. Antes bien, una nueva marejada está por empezar, si los liderazgos de izquierda son capaces de sacar las debidas lecciones de esa reciente experiencia.

El combustible de la pasada ola fueron las inconformidades sociales agravadas por la aplicación de las políticas neoliberales. Pese a que muchas organizaciones de izquierda aún no superaban todas las consecuencias del colapso soviético, amplios sectores sociales votaron contra el sistema imperante –más que a favor de un nuevo proyecto– eligiendo a candidatos críticos.

Como era de prever, la reacción no demoró en organizar su contraofensiva. Pero, aún así, la derecha está más atrasada que nosotros en la producción de nuevas propuestas. Luego de la crisis que emergió en 2008 balbuceó unos tímidos discursos sobre un capitalismo suavizado con regulaciones sociales, pero en poco tiempo volvió a las andadas. Es cierto que desde entonces la derecha reactualizó métodos y estilos. Pero en el afán de lograr un roll back radical, pronto retornó al neoliberalismo duro.

Las actuaciones de Temer y Macri así lo exhiben: las oligarquías y el imperialismo, ansiosos de restaurar su vieja hegemonía política y reemprender el único programa real que pueden ofrecernos, enseguida han vuelto a echar leña a la caldera social. En los años 80 y 90 del siglo pasado demoraron tres lustros en exasperar a la gente; ahora con uno bastó. Es decir, las condiciones objetivas de otra oleada ya están servidas.

Los nuevos gobiernos son un fracaso y el contraste está a la vista: la votación obtenida por Petro y la masiva victoria alcanzada por López Obrador así lo advierten. Como también muestran que la contraofensiva de la derecha –pese a la coordinación y sustento de los gobiernos temporales de Obama y Trump– no es tan omnipotente como se decía. Sus éxitos se han dado donde las debilidades de las izquierdas se los permitieron: han ocurrido cuando los acomodamientos, errores, permisividades y pérdida de identidad revolucionaria las hicieron vulnerables.

La derecha siempre ha convivido con las diversas formas de corrupción, pública y privada; sus electores no lo desconocen y apenas reclaman no excederse y guardar las apariencias. (O)

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