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El Telégrafo

En esto creo (II)

06 de julio de 2011 - 00:00

Creo en los periodistas, pero dudo de los medios. El tránsito por ellos puede “aniquilar” al reportero y al cronista por excelencia. El periodismo es un oficio insurgente e irreverente, con sus normas y paradojas.

Entre periodistas y medios hay una relación extraña y hasta promiscua: los segundos no pueden vivir sin los primeros, pero también detestan que la esencia del periodismo (la búsqueda de la verdad) no les sostenga económicamente y mucho menos les obligue a revisar sus códigos y moralidades.

Los primeros sin los medios, aparentemente, no existen. Sin los medios los periodistas estamos descobijados, pero por suerte ahora tenemos otros soportes y registros para publicar. Los medios, muchas veces, desprecian a los verdaderos periodistas.

Así como creo que la curiosidad obliga a abrir los ojos y a tener un oído potente, garantiza estar callado y aprender de todo, los periodistas sin esa condición pasamos a ser otra cosa y cada día menos periodistas. Afecta y hasta duele la vista ver el título de periodista en personas que tienen una linda cara, nunca escriben, se disfrazan de tales para hacer política y no oyen ni ven, y menos aprenden y, para vergüenza pública, hablan a nombre de la sociedad. Los periodistas verdaderos no pasan por ese estándar, al que lo someten algunos medios, porque están encantados escribiendo y observando dónde revelar lo que todo el mundo quiere leer.

Esos periodistas, casi siempre, llegan a viejos y solo en esa condición son reconocidos.

En el mundo son pocos los medios creados solo por periodistas y para hacer solo periodismo. Por eso también creo que los periodistas somos algo inútiles para independizarnos de los medios tradicionales.

A veces sentimos vergüenza de trabajar en algunos medios y seguimos ahí porque no tenemos dónde hacer periodismo. O sea: publicar, pensar, reflexionar y hasta provocar a todas las moralidades, poderes y estructuras caducas de pensamiento e interés económico. Y cuando más encantados de hacer periodismo nos hallamos no faltará quien nos censure, pero de esas tenemos que pasar muchas veces para asegurar que, más allá de lo que los medios publiquen o no, la gente se informará de todos modos.

Creo en las y los periodistas inquietos, insurrectos, traviesos, curiosos, lectores, rabiosos y también en aquellos que silenciosamente nos enseñan de mil modos a no ser mediocres y mucho menos ambiciosos. Y ante todo creo en el periodista humilde, de humildad perenne, que en esencia transporta hotnestidad y sabiduría.

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