La tensión política de ahora no es como la de los años anteriores. Estamos a unas semanas de los comicios y a muchos de los electores, básicamente, les da igual. Estimado lector, no deje de leer, trataré de explicar por qué.
Frente a la indecencia con que una cantidad de gentes se han postulado para los diversos cargos seccionales, nos deja espacio para sospechar que lo que importa es tener un pedacito de la torta del poder y no ejercer el trabajo sacrificado, el de pisar el lodo y sudarla en el campo -porque eso demandan estos cargos-, para conocer de cerca las necesidades de los ciudadanos.
Este acto en apariencia benevolente, el de querer rasguñar alguna alcaldía o prefectura y de donde han resucitado hasta los más nefastos que ya habían sido enterrados, surgiría en parte como efecto de la concentración del poder (uno coercitivo) en una sola persona durante años, con la respectiva repartición estratégica entre los allegados y compañeritos.
Da igual, porque entre algunos que llevan hasta 25 años en administraciones y otras caras ansiosas, se votará por lo que ya se conoce y eso si es que no se anula el voto. La moneda se echará entre el malo y el peor. Desde aquí es que estamos bastante atrasados en libertades, porque el acto libre y democrático de votar… es obligatorio. Solo por la obscenidad de haber tantos candidatos el voto debería ser voluntario ¿no creen?
Entre esos muchos para votar, hay que escoger CPCCS, ¿Qué es CPCCS? ¿Para qué sirve? ¿El ciudadano de a pie lo sabrá? La política se juega desmarcada de sus electores y con candidatos sin propuestas claras, pero es obligatorio votar.
Y, ¿qué si llegan nuevos al poder? Nos enfrentamos a esa complicación, porque ya hemos atestiguado qué sucede cuando los nuevos gobiernan. Del ejemplo ecuatoriano, al latinoamericano en general, lo que se ha informado durante estos años sobre el Socialismo del Siglo XXI es que llegaron a saquear. No nos consta demasiado, pero mucho lo dice la prensa, entonces tomemos precauciones. (O)
