Muchas veces somos despiadados: el ridículo del otro desata nuestras risitas. Los borrachos cuando en su afán de ocultar sus mareos, su pérdida de la noción del espacio, hacen cosas como de payaso, por sus caras, su habla, con la lengua como traposa, con un uso exagerado de la “sh”, son objeto de muchas burlas.
Pero lo contrario ha sucedido con el alcalde Rodas que en la gala de los premios turísticos, tan promocionados que más parecen cuestión “marketera”, realizada en Guayaquil el sábado 15 de septiembre, lució rojo, rojo de alcohol, con una cara y unas muecas, eso no era sonrisa, que no es fácil calificar, menos dejarse llevar por las iras, porque de todos modos se trata del alcalde de la capital. Los medios tendieron a ignorar el papelón, porque tal parece se trata de un personaje de ellos y el alcalde Rodas lo es. ¿Imagínese en el mismo papel al alcalde Barrera por ejemplo? Ah no, caricaturas, titulares, descalificaciones hubiesen circulado por doquier, hasta el cansancio, “bullying” del más puro y duro. Una vez más ha quedado demostrado cómo los medios, que se dicen “objetivos”, -¿utilizarán todavía semejante palabra?- escogen con descaro lo que traen a nuestras mentes, para seguir en el juego, con pavorosa eficacia, de domesticación de multitudes.
Ahora, puede que el alcalde Rodas haya tomado una medicina que lo dejó muy sensible al alcohol y la situación se le escapó de las manos, puede; puede que el personaje tenga algún grado de dependencia al alcohol, puede. En este último caso necesitaría ayuda especializada. El alcoholismo es considerado enfermedad y nadie escoge las enfermedades; las enfermedades simplemente te invaden y te atacan, no piden permiso. Por eso no sería bueno levantar juicios morales, porque hay que insistir: no se trata de un vicio: es una enfermedad. Pero, eso sí, un funcionario de Estado de semejante nivel, que ha contado con el favor del voto, no debió esperar ni un minuto para intentar una explicación y, si es del caso, ofrecer una disculpa.
Lucir “chumado” al recibir un premio que, según las inefables lecturas mediáticas, se trata de una distinción importante, delante de tanta gente, de tantos medios, que en este caso es como si no hubiesen estado ahí, sí que resulta mensaje funesto: el alcalde no dijo nada, trastabilló de lo lindo y hasta quizá algunas personas llegaron a sentir la muy incómoda vergüenza ajena.
¿Será política esa “borrachera”? ¿Marcará un corte definitivo en la carrera política del señor Mauricio Rodas? ¿Se ha quedado sin un importante cliente el señor Jaime Durán?
Las bebidas espirituosas suelen reservarse para los espacios íntimos, para bien y para mal; muy mal cuando desatan violencia. (O)
