Quizá luego de la pandemia que aún vivimos, los niveles de confianza social o entre personas en particular, haya disminuido más en nuestras sociedades. No solo por los temores causados por el contagio del virus, sino por la cuestión política. Las situaciones en Latinoamérica respecto de la pandemia, han sido el peor reflejo de lo que como sociedad somos y los gobernantes que elegimos y merecemos.
No es solo en Ecuador. “Vacunados VIP” ha sido escándalo en Argentina, Venezuela, Perú o Colombia. Es el legado de gobernantes y autoridades. Pero del otro lado, las estadísticas de “fiestas clandestinas” (como lo llaman funcionarios de control, ya que las ´autorizadas´ fueron en hoteles cinco estrellas) son escandalosas y absurdas.
Lo vimos en Ecuador, México, Colombia, Brasil, etc. Sí, falta total de sentido común y amor por su país y sus familias de la gente de todo nivel social.
Según datos del Latinobarómetro mostrados en un Webinar de la Asociación Mundial para la Investigación de la Opinión Pública –WAPOR–, la confianza personal de los latinoamericanos había bajado en promedio al 14% (los anteriores no bajaban del 16% y el pico más alto había sido de 22%). Brasil es el peor de la lista, con 4%, por debajo de Venezuela, 8%. Ecuador se mantiene en la media regional, 14%.
Países con los regímenes de extremos ideológicos (cuyo fundamentalismo los hace coincidir, evidentemente) reflejan un mal estado de ánimo de sus habitantes. El uno con una democracia de papel; el otro con un gobernante cerrado y convertido en “genocida”, como lo califican por los miles de muertos por Covid.
Recuerdo esta anécdota de mis días de estudiante en Brasil, cuando alguna vez olvidé la billetera para pagar un almuerzo y el dueño se negó a recibir mi cédula como garantía hasta volver con el dinero. Esperó que fuera a casa para pagarle. El país del tudo bem (todo bien), cambió debido a los políticos que eligieron, como pasa en Venezuela. (O)
