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El Telégrafo

El único camino es juntarse

11 de diciembre de 2011 - 00:00

Conmemoramos hoy una nueva etapa del proceso de la primera Independencia, que no debería  pasar inadvertida, ni ignorada la triste lección que dejó.

El 11 de diciembre de 1811 se dio un nuevo grito de independencia. “Por  debilidades y traiciones”, casi al año del primer Grito de Independencia del 10 Agosto de 1809, los principales líderes y cientos entre el pueblo fueron masacrados vilmente. Pero el pueblo no cejó en su intento de libertad, siguió luchando y respaldó a Carlos Montúfar, quien estableció una segunda Junta Suprema de Gobierno. El 4 de diciembre de 1811 se instaló el Congreso Constituyente en el Palacio del Reino de Quito que días después proclamó la Independencia de la Regencia de España y el 15 de febrero de 1812 la primera Constitución, que se adelantó a la de Cádiz.

Infortunadamente, la desunión condujo a nuevas masacres de los patriotas y retrasó la Independencia hasta 1822. Las tropas quiteñas habían avanzado victoriosamente hasta Cuenca, pero, en palabras del historiador Jorge Núñez, “finalmente fueron minadas por el conflicto político aflorado entre los bandos sanchista y montufarista”.

Los montufarístas,  que en el fondo querrían una monarquía americana bajo el  marqués de Selva Alegre, conciliadores, habían vuelto a poner al conde Ruíz de Castilla en la presidencia de la Junta. Los sanchistas, seguidores del marqués de Villa Orellana, Jacinto Sánchez de Orellana, radicales, estaban a favor de una Junta autónoma, y exigían la total independencia de España y de su Monarquía.

El 11 de octubre de 1811 los antimontufaristas se amotinaron, lo que obligó a Carlos Montúfar a dejar el mando y  a Ruíz de Castilla a renunciar como presidente de la Junta para ser reemplazado por el obispo de Quito, Don José de Cuero y Caicedo, elegido por aclamación Presidente de la Junta y de la Real Audiencia a nombre de Su majestad Católica Fernando VII.

La desunión impidió consolidar las victorias. Lección para nuestros días. “Ya es la hora de entender que el peor servicio que le podemos hacer al porvenir es no tener gesto y grandeza de unidad”, sostuvo el presidente Uruguayo, Pepe Mujica, en la instalación de la CELAC. “No deberemos cometer el error del dogmatismo…acá deben de estar todos, derecha, centro, izquierda, todos los que fuere, y aunque esto encierra contradicciones, el único camino es juntarse, añadió Mujica, en uno de los mejores discursos  de la Cumbre, que le dio un marco de referencia ético.

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