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El Telégrafo

El terremoto de 1949 y la ayuda internacional

03 de noviembre de 2011 - 00:00

Varios países latinoamericanos, así como los Estados Unidos, enviaron ayuda a Ecuador luego del terremoto de Ambato (1949), que produjo seis mil muertos y dejó a ciento cincuenta mil personas sin hogar. Además de la ayuda argentina, que describiéramos en el artículo anterior, hay que destacar las de Uruguay, Venezuela, Colombia, Chile, Perú y México, entre otros países.

A poco del desastre, Colombia y México enviaron ayuda por vía aérea. Una semana luego del sismo, eran ya 17 los aviones sudamericanos que habían llegado con ayuda de emergencia. El 15 aterrizó en Quito un avión venezolano, con una tonelada de medicinas, plasma y productos para la emergencia. Al mismo tiempo, Venezuela anunciaba el envío de un gran bloque de ayuda en el barco Capana, que zarpó de La Guaira. El 16 llegaron dos aviones uruguayos con ayuda humanitaria . Y el 17 llegaba al Ecuador un contingente de médicos chilenos.

Un caso especial fue el de la ayuda enviada por Uruguay, país con experiencia en manejo de desastres. Por decisión del presidente Luis Batlle, vino una misión médica bajo la jefatura del doctor José Luis Bado e integrada por los traumatólogos Hebert Cagnoli y Jorge García Novales, los cirujanos José Luis Roglia y Walter Suiffet, y los estudiantes Leo Mabilde, brasileño, y Jorge Sotelo, peruano. La formaban también el técnico ortopedista Valentín Zucchi, la instrumentista quirúrgica Marta Bado  y el enfermero N. García Larriera.

El Gobierno de Montevideo aprontó dos aviones de la Fuerza Aérea Uruguaya, uno para la carga y otro para los pasajeros. Las aeronaves fueron dos Douglas C-47A. El mayor Gualberto Etcheverry era el piloto de uno de los aviones. Entre los elementos transportados se trajo un equipo quirúrgico traumatológico completo, un aparato de rayos X, vendas de yeso y gasas estériles.

La misión uruguaya partió del aeropuerto de Carrasco al mediodía del 10 de agosto, por vía de Argentina y Chile.  La primera noche pernoctó en Mendoza, en razón de las malas condiciones atmosféricas reinantes en la Cordillera de los Andes. Al día siguiente siguió viaje a Quito, con escala en Antofagasta.

En Quito, las autoridades dispusieron que la misión uruguaya trabajara en esta ciudad, puesto que en Ambato no había condiciones para ello. En el hospital San Juan de Dios estaban ya más de 400 fracturados y muchos otros más fueron trasladados por el avión militar uruguayo equipado con camillas.

El equipo médico oriental se prodigó en operaciones, consultas y tratamientos ortopédicos y estableció contactos para que becarios ecuatorianos fueran luego a estudiar esa especialidad en Uruguay.

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