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El Telégrafo
Antonio Quezada Pavón

El taxímetro

17 de abril de 2014 - 00:00

En 1897, un taxi Daimler Victoria fue el primer vehículo equipado con taxímetro, que es un dispositivo muy similar a un odómetro, diseñado para medir el importe a cobrar en relación tanto a la distancia recorrida como al tiempo transcurrido.

Pero ya en la antigua Roma existían taxímetros que funcionaban por medio de un mecanismo solidario con el eje de una carreta, el cual iba liberando pequeñas bolas. Al final el pasajero pagaba en función de las bolas liberadas.

En todo el país y, finalmente en Guayaquil, las autoridades del tránsito terrestre están obligando a los taxistas al uso de dicho mecanismo. Hay oposición.

Para empezar, solamente 6.000 de las 12.000 unidades tienen instalado este aparato, pues denuncian que las tres distribuidoras autorizadas no abastecieron la demanda. Pero hay algo más detrás de todo esto.

Todos entendemos que el uso del taxímetro quita la discrecionalidad en el cobro de una carrera de taxi, pero a la vez elimina la posibilidad del regateo que es inherente a nuestra cultura costeña y, en general, ecuatoriana. Este simple aparato puede contribuir a construir una diferente cultura de servicio en este tipo de transporte, tan necesaria si queremos ser una potencia turística.

Si bien la ambición personal y la búsqueda del bienestar son de los más importantes motivadores humanos, su persecución desmedida, que se ha reflejado en hechos tan simples como ponerse de acuerdo en el precio de una carrera, creó una peligrosa cultura de codicia y egoísmo.

Habríamos esperado que los choferes de las diferentes cooperativas de taxis aceptaran el taxímetro como necesidad laboral y no como imposición y que su instalación fuera consecuencia de algún código de ética profesional con el fin de construir una imagen de honestidad y atraer más clientes.

Culpamos a nuestro ‘tropicalismo’ por el rechazo a su uso; más aún, consideramos que su existencia agrede a una parte de nuestra idiosincrasia.

Y hay algo de verdad en todo este argumento; sin embargo, ha sido necesario hacer visibles los castigos para que los taxistas acepten cumplir con esta regulación: reducción de 4,5 puntos en la licencia y una multa equivalente al 15% de la remuneración básica (51 dólares) es la sanción que tendrán los taxistas por no usar, alterar o no ubicar en un lugar visible el taxímetro.

Esperemos, por el bien de la colectividad, que no haya vuelta atrás. Han habido demasiados intentos fallidos de que esto se cumpla.

Los ciudadanos necesitamos disciplinarnos y exigir disciplina. Vamos a asumir que voluntaria o forzadamente todos vamos a acatar esta regulación.

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