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El Telégrafo

El supraorganismo llamado banca mundial

25 de septiembre de 2012 - 00:00

“Es el colmo de la irresponsabilidad, es una vergüenza”, dijo el presidente Barack Obama al conocer los desmedidos bonos que continuaban cobrando los altos ejecutivos de bancos que recibieron auxilio del Estado. En su euforia por defender el dinero de los contribuyentes, aseguró que limitaría los sueldos de la cúspide de los funcionarios de los bancos que obtuvieron rescate financiero.

Ángela Merkel, la canciller alemana, respaldó la postura de Obama, tildando de “práctica incomprensible” al cobro de estas excesivas remuneraciones.  

El Congreso estadounidense, contagiado del ímpetu  momentáneo, aprobó una normativa prohibiendo que los bancos paguen a sus ejecutivos bonos superiores a un tercio del salario anual. Pero la Reserva Federal y el Departamento del Tesoro pusieron marcha atrás. Afirmaron que esa ley podría inducir a que los bancos no  acepten la ayuda estatal y, consecuentemente, el crédito podría no llegar a los ciudadanos.

Ese vulgar chantaje se impuso y permitió que los directivos de bancos rescatados, con sus altos sueldos de siempre, pudieran acudir a las ayudas de un billón de dólares (un millón de millones) para comprar activos deteriorados.

Con ello, el presidente Obama y la legislatura estadounidense fueron pasados por encima por Citigroup, Bank of America, Merrill Lynch y la burbuja de hipotecas de alto riesgo, que la banca sistemáticamente estuvo creando durante 20 años.

Es sorprendente que en el país autotitulado cuna de la verdadera libertad individual y defensor gratuito de los derechos humanos, en cualquier latitud geográfica del planeta, haya podido imponerse el desmedido afán de lucro de unos pocos, en detrimento del bien común.

El neoliberalismo está ahora desacreditado de modo rotundo. Por defender que los mercados se deben autorregular mágicamente, sufren una muy grave catástrofe que está muy lejos de poder arreglarse. 

Aseguraron que sobrevendría el caos si se subían los impuestos a los ricos, y cuando Clinton se los subió a las rentas más altas, la economía funcionó bien durante ocho años. Pero cuando Bush hijo los bajó comenzó a cuartearse el engañoso espejo que reflejaba una imagen irreal. 

La más grave imperfección de la banca mundial, que ofende y maltrata su  accionar, es que coadyuva al  afán de los países que reducen al mínimo los impuestos para atraer inversión extranjera (paraísos fiscales). Y peor aún, facilitan el lavado de miles de millones de dólares, como lo denunció David S. Cohen, subsecretario de Terrorismo e Inteligencia Financiera del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, al demostrar que en solo un año (2007 a 2008) la sede del banco inglés HSBC en México envió a su afiliada en EE.UU. más de $ 7.000 millones en efectivo.

¿Qué está haciendo la Superintendencia de Bancos para evitar que tanto el crimen organizado como los renuentes al pago de tributos sigan utilizando confiadamente los bancos internacionales para sus protervos afanes?

El SRI necesariamente debería contar con la asistencia de la Superintendencia de Bancos y de la Fiscalía General. Las tres instituciones deben trabajar de manera conjunta para realizar obra copiosa y productiva.

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