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El Telégrafo

El sida, enfermedad provocada

13 de abril de 2011 - 00:00

Esta semana que pasó, dos informaciones simultáneas me dejaron frío. Fue sobre el sida, esta enfermedad que elimina las defensas del cuerpo y, por lo mismo, termina rápidamente con uno. Primero, una amiga enfermera dice -naturalmente en una conversación sobre el origen de enfermedades- que el sida ha sido provocado por los laboratorios y los científicos interesados en probar nuevas bacterias: “¡Un buen negocio para las empresas farmacéuticas y los médicos especializados!”. Así de simple. Y me quedé con la sorpresa… de mi ignorancia.

Segunda información sobre el sida que confirma y amplía la primera: “Fabricantes del sida mercadean la gripe ‘porcina’ AH1N1”, escrita por Sirio Quintero en la revista ALAI. Su tesis es: “La industria farmacéutica cumple los objetivos político-hegemónicos de impedir el desarrollo humano en regiones energéticas y estratégicas de cada continente”. Y nos explica que los casos del sida y de la gripe “porcina” AH1N1 son agentes de eliminación masiva utilizados por “la máquina militar y los consorcios farmacéuticos de los centros del poder mundial” que utilizan los medios de comunicación masiva para desinformar y manipular la opinión pública.

“El consorcio Sanofi-Pasteur ha sido uno de los protagonistas en la fabricación de agentes bacteriológicos de la talla del sida”. Al mismo tiempo ofrece tratamientos correspondientes, “pero jamás antídotos”, de tal modo que la ganancia es asegurada e ilimitada. La dispersión del sida comenzó en 1953 en Uganda, África, para debilitar física y mentalmente a los seguidores del movimiento del socialismo panafricano, en la escuela de niños y el hospital de la capital Kampala. Otro país donde se expanden tales bacterias es Venezuela y la pregunta que se hace es: ¿no se tendrá como meta “debilitar el proyecto bolivariano que ha comenzado a ser el motor de un mundo pluripolar y de iniciativas” para la integración latinoamericana?

Parece demasiado y se ve que el asunto no se limitó al sida, sino que los mercaderes de la muerte siguen experimentando con nuevas bacterias, como la de la gripe AH1N1. Uno se queda estupefacto ante tanto cinismo, tanto silencio y tanta complicidad.

En este tiempo de Cuaresma, que unas palabras de San Pablo nos animen para optar por la vida: “El pecado paga un salario, y es la muerte. Pero hay una muerte y es un morir al pecado de una vez para siempre. Y hay un vivir que es vivir para Dios”. Seamos luchadores por la vida.

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