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El Telégrafo
 Juan Carlos Morales. Escritor y periodista ecuatoriano

El Retorno de Ibarra

11 de abril de 2015 - 00:00

Durante este mes, Ibarra vive la celebración de El Retorno con eventos culturales. Es un homenaje a los 550 ibarreños, quienes, durante cuatro largos años, miraron a su ciudad destruida y un día decidieron retornar para reconstruirla. Esto, porque el 16 de agosto de 1868 un terremoto arrasó con la Bella Villa, como fue nombrada en la época colonial por Juan de Velasco. En Imbabura perecieron más de 20.000 personas, de las cuales más de 5.000 en Ibarra, con una población estimada en 7.200.

Nuevos datos se conocen. Por ejemplo, de quienes socorrieron a la capital de Imbabura. La ayuda llegó generosamente de varios gobiernos amigos, como Perú, que entregó, además de más de 40.000 soles, un empréstito amortizable de un millón de pesos, por 25 años; Chile entregó 50.000 pesos; Francia, 20.000 francos; Gran Bretaña 5.500 libras esterlinas; el Presidente de la República donó 200 pesos, y el futuro reconstructor de Ibarra, García Moreno, entregó 500 pesos, además de un esfuerzo infatigable hasta que sufrió un derrame cerebral, por lo que tuvo que abandonar su cargo, pero una vez como Presidente, 1872, sería clave para el reasentamiento de la urbe.

En sesión extraordinaria, el Municipio de Tulcán decidió acopiar recursos voluntarios, que produjeron 111 cargas de papas, 23 reses y 23 pesos en dinero; Esmeraldas, 2.036 pesos; Guayas, 2.500 pesos; Pichincha, 8.309 pesos; Tungurahua, 590 pesos, Chimborazo, 669 pesos; y la lejana Loja, 1.014 pesos. El médico colombiano Francisco Antonio Vélez se negó a cobrar sus honorarios y donó al hospital de Caranqui, porque “como colombiano, es decir, como hermano del Ecuador, tengo con este país, no solo deberes de humanidad, sino de patriotismo (...) porque me parece vergonzoso venir a luchar con los sufrimientos y las lágrimas de tantos que padecen, y a ganar dinero sobre las ruinas de ciudades que fueron”.

Largos años vivieron los ibarreños en Santa María de La Esperanza. De cuando en cuando, volvían a su amada tierra y, aunque los ánimos estaban divididos, resolvieron el reasentamiento en el mismo lugar. Nuevamente, el ímpetu de Gabriel García Moreno, entonces Presidente de Ecuador, es decisivo. En su primera llegada ya había decidido el trazado en damero  de la nueva ciudad, desde la esquina de un coco sobreviviente, y con calles amplias de 13 metros de ancho, como era la fisonomía de las nuevas ciudades modernas, que García Moreno había conocido en sus viajes a Europa. Por eso, la dirección para delimitar la nueva urbe está a cargo del ingeniero Arturo Rodgers y de 14 entusiastas jóvenes ibarreños que son enviados a Quito para perfeccionarse en estos oficios.

Así, desde el 13 de abril de 1872, al cabo de cuatro años del suceso, comienza el retorno de los ibarreños desde La Esperanza. “Entusiastas caravanas van cumpliendo la orden de retornar; unas, la mayoría, a pie; otras, a caballo; los enseres a lomo de mula, y en carretas haladas por yuntas de bueyes, las cargas más pesadas, que van lentas, pero más seguras”. Así, Ibarra renació de las cenizas. (O)

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